lunes, 18 de julio de 2011

Remordimientos.

la puerta se abrió lentamente, dejando entrar primero la claridad del exterior y después la figura de una mujer. Antes de encender la luz percibió el olor a canela y el frescor de su piel. El susurro meloso llegó hasta sus oidos y la sonrisa se dibujó en su cara y, antes de abrir los ojos, supo que aquella mujer era su rosa.
La luz se encendió al mimso tiempo que abría los ojos y su sorpresa fue mayor que su decepción.
-¿Cómo estamos hoy?.-Le preguntó su rosa.
-Bien, he soñado contigo.- Le dijjo.
-Eso está mal. Sabes que tengo novio. Además dice el doctor que si te sigue haciendo bien el tratamiento te soltará de la cama.
Y entonces entendió.
Aquel visitante había usado su dolor y su odio para llevarse su alma y a cambio le había devuelto a su amada, pero en una vida y situación donde no podría tocarla y menos aún poseerla.
Por sus pecados, odios y remordimientos, había sido enviado a su infierno particular. La vería el resto de su vida sin que ella supiera lo que había hecho por verlo otra vez.

¿Sería una agonía eterna?, ¿un continuo viajar por los tiempos y mundos donde ella estuviera sin que él pudiera hacerla suya?. ¿Seria esa la recompensa por venderse al diablo?.


FIN.

jueves, 14 de julio de 2011

Remordimientos.

Y llegó el caos.
La última noche, justo en el momento en el que su yo nocturno salía a la calle, se arrepintió de todo. De lo que había hecho y de lo que iba a hacer, pues aún quedaba algo pendiente.
Su alma lloraba con cada paso que sus pies daban, su cuerpo se desgarraba en un dolor acumulado que luchaba por desbordarse y llenar de penar lo que le quedaba de existencia. Su mente se hacía más fuerte con cada golpe de ira que pretendía ser ocultada, su odio se hacía más vomitivo ante las expectativas de ser saciado.
La miad física de su cuerpo ansiaba el fin de la pesadilla, la mitad psíquica deseaba aabarcon sangre lo que con sangre había empezado.
No hacía falta ocultarse en las sombras, ya no había necesidad de esconderse para terminar con aquel que aún vivía. Le esperó sin miedo, deseando mirarle a los ojos y que le reconociera, ver el miedo reflejado en su rostro y que supiera quie ese momento sería el final.
Llegó hasta él caminando despreocupado, agarrado de la mano de la ignorancia. Sabiéndose observado por cientos de pares de ojos y ansiando que aquel momento no se acabara nunca. Era una estrella del rock en su momento más dulce, su último momento.
El griterio era ensordecedor, los miles de flashes convertían el acceso al estudio en un cielo estrellado cegador, los empujones eran incontrolables y la seguridad del recinto a duras penas controlaba el gentío.
Al llegar a la puerta le vió.
Una vez más, la última, el tiempo se detuvo y, durante unos instantes no hubo histeria generalizada, no gritaban los fans, no se intentaban aplastar y la seguridad no tuvo que emplearse para nada.
Ante el hombre de la gabardina negra y el sombrero de ala ancha, con la mirada clavada en los ojos inyectados en odio y la certeza de que algo no iba bien, supo quien era aquel personaje.
Cuando el desorden y el caos volvieron al mundo, el personaje oscuro colmado de odio ya no estaba y, ante la idea de creer haber tenido una visión, atinó a dar dos pasos antes de caer al suelo. con el pecho de color carmesí y la sangre que le daba la vida corriendo por la acera.
El séptimo había muerto, el brazo comenzaba a escocerle y su corazón empezaba a llorar, dolorido y apesadumbrado, por que había llegado el final.

Mirando el reflejo lloroso de aquel que apenas conocía, del mismo que había vendido su alma por saciar sus ansias de venganza, de la venganza más sangrienta que pudo imaginar, se odio por ello y por lo que estaba a punto de llegar.
Con su cara en primer plano y la figura escalofriante en segundo, no quiso saber más del mundo y tomó una decisión. El puñetazo rasgó el cristal y un trozo del espejo cayó al suelo. Lo recogió con mimo, lo observó con atención y, muy serenamente, miró a su visitante.
-¿La voy a ver?.- Le preguntó.
-No lo sé, yo no soy quien decide.
-Es igual. He conseguido lo que le prometí. La he vengado- deliró sollozando.
-Entonces, ¿a qué esperas?.
Y el cristal se hundió en sus muñecas sin resistencia, sin robarle una mueca de dolor, sin una vacilación. Miró a su alrededor y le sorprendió verle sonriendo.
-¿Ya...terminó....to..do...?.
-Solo has de saber que tu alma ya no te pertenece.
Y se hizo el silencio y la oscuridad.

..........continuará.......

miércoles, 13 de julio de 2011

Remordimientos.

Susurraban las estrellas al paso de su caminar, instigánddole a ver la escena de la que intentaba alejarse, para no tener que llamar a sus recuerdos y contemplar en un pasado futuro el horror creado por la avaricia sangrienta de sus manos.
Las lineas oscuras que delimitaban la figura esbelta del protagonista, eran la sangre vertida por el propio asesinado y dibujada por el pincel de sus manos.
Hablaban en voz baja los rostros varios de aquellos que, asombrados por la escena, sorprendiéronse al contemplar el cuerpo inerte e inmóvil del que, apenas un segundo antes, hablaba y reía sin saberse destinado a morir.
Nadie le vió entrar ni salir. No le conocían y tampoco llegarían a saber de él.. No había dejado rastro, huellas u olor. Como siempre. Pero había otro cuerpo desangrado escandalosamente y nadie conseguiría saber como había ocurrido.
Alejándose de aquel restaurante, donde las voces y gritos de los ciento veinticinco invitados a la boda del recientemente fallecido, llenaban la calle de caos y descontrol, comenzó a sentir el ardor de la sexta quemadura que daría paso a la desaparición de la penúltima marca de su brazo.
Sangre. Todo se reducía a sangre, a pesar de sus lágrimas.

Su enésimo reflejo en su inseparable ventana le decía, sin necesidad de hablarle, que el camino recorrido estaba llegando a su fin. Que la sangre derramada, a falta del último sacrificio, colmarían los deseos de aquel que una vez fue a visitarle y le devolvería la paz a su espíritu.
Contemplando las lágrimas de aquel otro reflejado en el cristal, comociendo los recodos del itinerario seguido y el esfuerzo acumulado hasta llegar a ese punto, se sumo a los llantos y lloró con su reflejo.
Un aliento le sopló en la nuca, erizándole el vello y hasta el úlitmo milímetro de su piel. Un olor a canela, una sensación de saberse abrazado por la rosa de su corazón, pero sabe que no va a regresar, que jamás la volverá a besar y el corazón se le parte al saber que todo aquello es en vano.
Regresa al principio, justo en el momento en el que se dá cuenta de que se odia. Donde los recuerdos le han invadido y su dolor ya no tiene fin, domnde una vez hubo una persona y ahora solo existe un asesino.
Y una voz le dice:"termina de una vez y todo acabará".


...........continuará............

domingo, 3 de julio de 2011

Remordimientos.

Avanzaron los tiempos por los caminos de la vida, dejando olvidado el rostro borrado de aquel personaje gris que antaño fue persona y que ahora no podía ni respirar. La sonrisa, otrora imborrable, ahora quedaba oculta en el recuerdo más lejano de un pasado distinto, de una vida que no era la suya, que nunca fue para él y que insistía en regresar a su cabeza para atormentarle.
Sentado en un pulcro sillón de aspecto robusto y tacto acogedor, contempló la cena pasar ante sus ojos. Un primer plato caliente a base de consomé de marisco y tropezones de gamba, acompañado de la irremediable visión del rostro despreocupado del comensal de la mesa de enfrente. Un segundo servicio con pavo sazonado en salsa de champiñones y la inesperada visita de una criatura pequeña. Y un dulce postre que cerró la velada con mouse de queso y un toque de limón, sonriendo sin pensar a la pequeña pecosa que acompaña a su vecino de mesa.
Se levanta y camina hacia la salida, se despide de la pequeña con un guiño de su ojo izquierdo y, alejándose por la puerta sin alterarse, escucha a la niña gritar a su espalda. Camina por la acera mirando al frente e ignorando a la gente que corre en dirección opuesta, no escucha los alaridos de las señoras y los llantos lejanos de su pequeña amiga. Vé los reflejos de las luces de la ambulancia y la policía pero no se vuelve a mirarlas, solo camina con la vista al frente, la cabeza alta y el comienzo del escozor en su brazo. Se levanta le niebla y se oculta en ella. Nadie lo vió ni le sintió, y antes de desaparecer, sonrió.

Cuando la quemadura dejó de molestarle ya no le quedaban lágrimas que derramar. Las heridas en su alma estaban en sangre viva, insistiendo en impedirle su avance por el camino elegido, recordándole las huellas que dejaba trás de si y la sangre acumulada en sus manos y en su conciencia. Pero se veía reflejado en el cristal de su ventana y le podía más el dolor marcado a fuego y el vacío dejado en su vida por aquella a quien amó. Por la misma conseguía que hiciera lo que estaba haciendo, por la que amaba y amaría en la eternidad de los tiempos.
-Solo tres más y todo acabará. Volveremos a estar juntos.- Le dijo al recuerdo de su amada.



Llovía en la calle iluminada por la anaranjada luz de los faroles, inundada por rios de agua caída desde horas incontables y callada bajo el susurro incesante del aguacero.
Oculto en las sombras de un portal, con su abrigo negro y su sombrero de ala ancha puestos, contemplaba la caída del agua y escuchaba las palabras mudas que el frío provocaba en su aliento. Escudriñaba sus pensamientos en busca de un recuerdo que le hiciese ver más allá de lo que estaba haciendo, pero no pudo.
A lo lejos, en el extremo opuesto de la acera,caminaba ignorante una sombra bajo un paraguas rojo. Con paso acelerado y la cabeza pendiente de los charcos de la acera, ni vió ni sintió la presencia oculta en aquel portal.
Durante unos segundos el tiempo se detuvo, las infinitas gotas de agua quedaron en suspenso, las zancadas quedaron pospuestas y la respiración olvidada inconscientemente. Tiempo suficiente para susurrar.
Con un inexistente movimiento el paraguas rojo cayó al pavimento, el haz congelado que sesgó su vida provino del imposible, de un lugar oculto en las sombras, más allá del conocimiento. Y, mientras su vida se fugaba, el causante de aquella desbandada, escondido e inmóvil en la oscuridad de aquel portal, asentía complacido por el resultado obtenido.


¿Porqué llorar sabiéndose culpable de aquella barbarie?,no conocía la respuesta. Solo sabía que una vez logrado el fin, su cabeza parecía no ser la suya. Se negaba las respuestas que, su yo sensato, lo hacía a aquel otro que salía en las noches.
Con la frente apoyada en el cristal de su inseparable ventana, las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas, marcando con surcos los llantos que su alma sangraba y quería expulsar.
Con los ojos cerrados sintió como la quinta marca comenzaba a desaparecer, quemándole el brazo hasta desviar sus recuerdos y borrar las imágenes que, muy a su pesar, nunca recordaba. Pero trayéndole de vuelta el olor a canela y el suave tacto de la piel de su rosa.
Aquella sonrisa que lo atrajo al país de las flores y que llenó de luz su corazón, había sido expulsada de esta vida de locos por los mismos que ahora rendían cuentas a las puertas de un jardín oscuro y en el umbral del infierno. Pero no estaban todos.
Lloro sabiéndose enamorado de un alma ensangrentada.

...........continuará......

sábado, 2 de julio de 2011

Remordimientos.

Desde las sombras observó las curvas de aquella princesa rubia. Sus movimientos al caminar y sus cadenciosas caderas hipnotizaban sus pensamientos y atraían sus deseos.
Caminó sobre los pasos marcados por los tacones de aquella mujer. No sonó el eco de su andar por los senderos de sus oídos y se acercó al dulce aroma que provenía de ella sin nisiquiera sentir sus dudas, seguro de sus actos.
Una mano acarició su pelo por la nuca, ella rió desprevenida y su voz se ahogó en un gutural sonido flemático. La sorpresa se dibujó en su mirada, el miedo inundó su corazón y la angustia final se desmayó derrotada.
Desnuda, atada y muerta la encontró su novio en la cama. Desangrada y con una fantasmagórica sonrisa de placer. El terror paralizó su cuerpo.
Todo fue muy rápido sin apenas tiempo de reacción.
Ante sus ojos aparecieron las manos asesinas, aterrado reculó tropezando con la cama y cayendo sobre su novia muerta y ultrajada. Manchado de sangre sintió el filo helado cortando su entrepierna y supo que moriría.

Ante el cristal de su ventana lloró mientras la segunda marca de su piel comenzaba a borrarse. Su alma se quemaba en el infierno en el que había sido vendida. Necesitó un largo rato para comprobar que estaba en su casa, se dió cuenta de que había regresado y de que había conseguido su objetivo. Lloró amárgamente y trató de recordar, inútilmente, lo que había sucedido, pero no pudo.
El segundo estaba muerto, se lo decía la quemadura de su brazo, y el final de la pesadilla estaba próxima.
El día amaneció lluvioso, triste y lleno de la amargura que asaltaba los pensamientos y dudas de la gente que paseaba bajo sus paráguas. Los ruidos y sonidos resonaban en el silencio de las calles dando un tono gris y tétrico a la ciudad.
Cuando la segunda marca se borró definitívamente de su brazo, se durmió como siempre y soñó. Regresó a su cabeza el rostro de la rubia espectacular y los gemidos de placer de ella cuando la hacía el amor.


Quisieron las luces del día alegrar su corazón invadiendo sus pensamientos con imágenes de un pasado ilusionado, sin percatarse de que la herida no cicatrizada sangraba con cada fotograma rebosante de ilusión.
Caminaban sus pies por la acera sin apenas tocar el pavimento, sin rozar las grietas y juntas, en pos de una meta fijada que debió olvidar en el momento oportuno y que durmió su razón en el momento aceptado.
Llegó allímite de una finca olvidada en el medio de la nada, oculta en el valle formado por dos oscuras montañas y ensordecida por el aplastante sonido del silencio. Las manchas salpicadas aquí y allá eran animales salvajes que deambulaban libres por una desconocida ladera. Los árboles no mecían sus ramas con ningún viento que, ausente por efecto demoníaco, ofrecían un retrato siniestro de un paisaje en otro tiempo idílico.
Avanzó por el sendero y vislumbró una sombra que corría desprevenida junta a la cerca del único establo de la zona. Se sentó a esperarla sobre los tablones de cedro que componían la valla y lo observó acercarse sin la menor sombra de sospecha.
La figura se apróximo a él sin ver ni sentir al personaje sobre la valla, sin detectar que lo vigilaba ni lo que pensaba hacer, justo en el momento de pasar a su lado, el tiempo se paró.
Las siguientes diez zancadas siguieron su ritmo, la undécima titubeó y la décimosegunda trastabilleó. Sus manos no impidieron el desequilibrio y su rostro golpeó el suelo con la violencia propia de un muñeco de trapo. Estaba muerto antes de caer, antes incluso de saber que le había pasado.

Reflejado en el cristal de su ventana, con la tercera marca desapareciendo con la quemadura del momento, sus lágrimas brotaron por enésima vez y desconsolaron su alma una vez más.
El hombre que lo miraba desde el cristal ofrecía un aspecto agotado, demacrado y vacío. El brillo de sus ojos ofrecía la ausencia de ilusión y el temor de alguien que conoce su destino y no puede poner freno a su caminar. No desaba seguir por el sendero impuesto por su odio y dolor, pero el camino marcado a fuego le dolía en el alma tanto como la pérdida de aquella rosa que tanto amaba.
Lloró con amargura, con dolor y resignación. Lloró odiándose por ser lo que había llegado a convertirse.
Y su rosa regresó para avivar el fuego.

.............continuará....