sábado, 28 de mayo de 2011

Dicen.

Dicen que una sombra que se oculta,
Viene a perseguir un sentimiento que no se olvida.
Que algo que viene detrás de uno mismo,
No viene si no a contar los amores de su vida,
Que rompieron una vez el corazón de una persona adulta.
Dicen que una palabra de dejadez,
Involucra una caída de todo aquello que ha sido soñado.
Que un simple suspiro de nostalgia desvaída,
Puede cambiar el sentido de un verso añorado,
Que puede hacer morir lo que nunca llega a la vejez.
Dicen que la simple mirada perdida de una paloma,
Puede destruir aquello que una vez llego a crecer.
Que un inocente repiqueteo de alas dulces,
Conseguiría derrumbar el castillo nacido para no ser,
Pero que una vez pudo sentir que sería de su dama.
Dicen que todo aquello que siempre queda en la nada,
Sentirá en el pasado lo que jamás vivirá en el mañana.
Que aquello que de las manos se escapa escurridizo,
Nunca volverá al sentimiento de un mortal de pasada,
Para pasar desapercibido entre los vientos de su inmortal hada.
Dicen que la luna esconde en su cara iluminada,
La verdad del oscuro pensamiento de un ser moribundo.
Que en el mirar de sus ojos abiertos al alma,
Pierde en el sentimiento incumplido de su amor vagabundo,
La razón de un momento de su fiel corazón desilusionado.
Dicen, pero la única verdad es el sentimiento oculto de un amor,
Que no se ve reflejado en el espejo de un ser opuesto..
Dicen, y el sentimiento que nunca fluye de un todo,
Muere en el momento que roza el aire de su pretexto,
Para jamás descubrir porque es el momento del desamor.
Dicen tantas voces que no muere el sol naciente,
Sino es por la pena de no acentuarse el sonido de su ardor.
Que no calla el viento en su incesante canto de esperanza,
Pero ya no vuelan las palabras desde el nido de su valor,
Para buscar el camino que le lleve al camino del sol creciente.
Dicen que una solo pluma del ala de su pasión,
Levantaría en vilo el cuerpo de un enarbolado grito de ilusión.
Que no sería un silencio mutuo de canciones apagadas,
Ni la oscuridad iluminada por las velas de su cristalina visión,
Que mataría con lastimera decadencia las ramas de su corazón.
Dicen que la noche abraza los fríos de todos sus recuerdos,
Escondiendo bajo el tacto de su almohada pulsaciones de tristeza,
Que provocan la caída de una lluvia desde el inicio de su mirada,
Sofocando los llantos de un terremoto que en su mente reza,
Para no ser la desdicha de un solitario corazón de sus verbos.
Dicen que una vez tuvo la posibilidad de ser el niño que soñaba,
Que pudo ser todo aquello que el sentimiento le hacía imaginar.
Pero no quiso luchar más contra la vana magnitud de su desilusión, porque no quería perder la única posibilidad de ver a su amada, aunque tuviera la certeza de que a otro ser ella su amor fuera a entregar.
Dicen, no haciendo otra cosa que dejar escapar palabras de torpeza,
Que no hacen otra cosa que cegar la salida de su bondad.
Para no dejar en tranquilidad el curso de su palpito enamorado,
Olvidando que tras la tormenta de cada sueño vivido con lindeza,
Llega la calma de un desgana que no olvida su torpe edad.

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