la puerta se abrió lentamente, dejando entrar primero la claridad del exterior y después la figura de una mujer. Antes de encender la luz percibió el olor a canela y el frescor de su piel. El susurro meloso llegó hasta sus oidos y la sonrisa se dibujó en su cara y, antes de abrir los ojos, supo que aquella mujer era su rosa.
La luz se encendió al mimso tiempo que abría los ojos y su sorpresa fue mayor que su decepción.
-¿Cómo estamos hoy?.-Le preguntó su rosa.
-Bien, he soñado contigo.- Le dijjo.
-Eso está mal. Sabes que tengo novio. Además dice el doctor que si te sigue haciendo bien el tratamiento te soltará de la cama.
Y entonces entendió.
Aquel visitante había usado su dolor y su odio para llevarse su alma y a cambio le había devuelto a su amada, pero en una vida y situación donde no podría tocarla y menos aún poseerla.
Por sus pecados, odios y remordimientos, había sido enviado a su infierno particular. La vería el resto de su vida sin que ella supiera lo que había hecho por verlo otra vez.
¿Sería una agonía eterna?, ¿un continuo viajar por los tiempos y mundos donde ella estuviera sin que él pudiera hacerla suya?. ¿Seria esa la recompensa por venderse al diablo?.
FIN.
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