lunes, 31 de enero de 2011

A Divinis.

Capítulo III "El reencuentro"

La moto no me daba más de sí, bajaba por las calles del pueblo como un endemoniado, Alberto y mi hermana se quedaron atrás. Los perdí, pero es que tenía ansias por volver a ver a Ana, el corazón me latía fuera del pecho, la adrenalina se me había subido hasta los pelos del bigote, la sangre me hervía en las venas, los sentimientos se me desbordaban, alegría, desdicha, pasión, todos y cada uno de mis sueños se estaban haciendo realidad, y en el centro de todos ellos estaba la imagen de Ana con su hermoso pelo dorado cayéndole hasta el culete.
Al girar a la derecha por la calle del paseo marítimo, vislumbré la fogata con que dábamos comienzo al verano, la gente se agolpaba, brincaba, cantaba y disfrutaba, como una tribu india, alrededor del fuego. Y eso que era la una del mediodía, pero no conseguí detectar a Ana. La saqué todo el jugo a la moto para llegar antes, y el ruido del escape al soltar todo el gas, espantó a un perro que dormitaba en la sombra de una palmera. Entré en la arena de la playa y la gente me reconoció en seguida, pero seguía sin ver a Ana. Me paré a unos veinte metros del fuego, la música del radiocasete estaba alta, la gente estaba contentísima de verme, la felicidad se desbordaba por los cuatro costados, estábamos en verano, en la playa, con nuestros amigos bebiendo, bailando, saltando y yo seguí sin encontrar a Ana.
El ruido de una moto se freno en seco a mis espaldas, alguien me gritaba que si me había vuelto loco sin quitarse el casco, mientras otro alguien me daba de golpes en la espalda medio llorando del susto, no reaccioné hasta que oí mi nombre de una voz sobresaltada, contenta, y, aunque me era familiar, no logré encontrar a su destinataria. Alguien me abrazó por la espalda, y al girarme me estampó un beso en la boca. No necesitaba abrir los ojos para saber quien era, solo con oler su dulce y sedoso pelo, me bastaba.
Durante dos segundos el mundo se detuvo, los ruidos se silenciaron, las voces se callaron, el mar dejó de moverse, el viento de soplar, el sol de calentar y la arena de la playa de quemar los pies de la gente que estaba descalza. Estábamos solos los dos, acompañados el uno del otro, como dos robinsones en una isla desierta. Pero alguien dijo:
-Dejar algo para el resto del verano.
Y las carcajadas nos sacaron del trance, y nos venció la alegría de la gente.
Entonces fue cuando oí a mi hermana y a Alberto gritarme:
_¡Pero estás loco, has estado a punto de matarte en la curva del paseo!
-Eres un imbécil,me has dado un susto de muerte. Idiota.-Dijo mi hermana medio llorando.
-Lo siento no pensaba más que en una cosa, y no sabía que hacer.-Contesté un poco agobiado.
-¿Me estas llamando cosa por un casual?.-Replicó Ana.
-Sí,...es decir no,...bueno ya me entiendes.
Las risas se apoderaron de todos otra vez, y esta vez no pude contenerme y estallé en una carcajada que contagió a mi hermana y Alberto, aunque Ana me miraba como si estuviera loco, pero como no podía parar, al final ella también rió.
El comienzo del verano había sido ideal, como ya dije antes de salir de mi casa sabía que este verano iba a ser especial. Y todo por que después de una noche de hace un año, la chica por la que estaba loco se había fijado en mi después de quince años. Que hermosa es la vida cuando uno se siente respaldado por la persona de sus sueños. Y, cuando sabes que la otra persona, siente lo mismo.
Alguien gritó:
-Vamos chavales que estamos de fiesta, a beber y a bailar.
Y nos dieron las doce de la noche en la playa, bebiendo, bailando, besándonos, y contándonos las anécdotas ocurridas a lo largo de todo el año.
Como la vez que estaba en el rio y jugando al fútbol se reventó el bañador y estuve todo el día enseñando las partes innombrables, o como la vez que, estando en un concierto, salté al escenario y me echaron a patadas del mismo dos pedazos de seguratas como dos armarios. Días así no deberían acabarse nunca, o por lo menos deberían durar veinticinco horas, deberían ser eternos e interminables ó, por lo menos, ser siempre igual de complacientes.
Alguien propuso que este verano deberíamos subir a la gruta del cuerno, llamada así por que su entrada tiene forma de cuerno de toro, y en su interior huele a asta quemada, por que según una antigua leyenda que ronda por el pueblo, los viejos del lugar cazaban toros para usar los cuernos como polvorines, y para ello necesitaban quemarlos primero. Dicen que en su interior vive el toro más grande jamás visto, aunque nadie lo ha visto realmente, y todos los mozos de la zona visitan la gruta una vez en su vida, al menos, para demostrar que es un hombre. Yo era reacio a esta idea, pero todos los muchachos iban a subir, y había que estar con ellos, para algo eran mis amigos.
Miré a Ana y ví en su rostro reflejado la negativa a que subiera con ellos, pero me comprendió, aunque no compartió mi decisión.
Era feliz.
Tenía que acompañar a Ana a casa y me despedí de los demás, la gente empezaba a desfallecer después de todo el día de juerga. Solamente un par de parejas seguían bebiendo y bailando. Mi hermana y Alberto hacía rato que se habían ido, y nosotros estábamos a punto de marcharnos.
-Ponte tú el casco, solo he traído uno por que no esperaba este recibimiento.-Le dije a Ana un poco coloradete.
-Pues vete acostumbrando, nene.-Contestó ella sonriendo.
Puse la moto en marcha y salimos de la arena de la playa. Una vez en la carretera del paseo, me pidió que fuera despacio para disfrutar del momento y yo le hice caso. Tome la ruta más larga a casa del tío Cecil. Fui tan despacio, que nos dió tiempo a contar las estrellas del cielo, a saborear la sal que viajaba en la brisa del mar, a contar los corazones que se desprendían de nuestra ropa, a mirar al interior de nuestro amor y descubrir que volvíamos a estar solos en el mundo. Estábamos ella, yo y la moto, aunque esta era un elemento adornativo. Sus susurros me llenaban el oído de música, sus palabras entonaban en mi cabeza canciones de amor y esperanza, su voz era la dulce melodía de viejas leyendas de amor, su olor se pegaba en mis ropas como la miel a las manos, su cuerpo estaba fusionado con el mío, sus manos se perdían por debajo de mi camiseta, y su respiración dejaba helado mi pecho. Si a todo este cúmulo de sentimientos se le llama amor, yo no estaba enamorado. Por que mis sentimientos reflejaban mucho más de lo descrito, mis sentimientos me estaban desbordando, me estaban arrinconando contra la pared la locura, me estaban persiguiendo a través del laberinto de mis pasiones, me estaban tumbando, una y otra vez, en la lona del ring como a un esparrin novato, y mi contrincante era la más feroz de mis rivales, la más bonita de las mujeres fatales, la niña de mis ojos era la más espectacular de las ninfas, la guerrera de mis sueños.
-...Me estás escuchando, tontín.-Dijo Ana.
-Perdona, estaba soñando despierto.-Contesté aturdido.
-¿Con quién soñabas?.
-Soñaba con lo bonito que es vivir este momento junto a la chica más bonita de Porto Bahía.
-Eso no me lo dices a la cara en este momento.-Me desafió.
Paré la moto en seco, eché la pata y me bajé. Le saqué el casco con cuidado de no enredar su hermoso pelo, y le volví a decir la frase.
-Soñaba con lo bonito que es vivir este momento junto a la chica más bonita de Porto Bahía.
Me agarró con ambas manos de los carrillos del culo y me besó.

domingo, 30 de enero de 2011

A Divinis.

Capítulo II "Comienzos de verano"

Era el uno de Junio de mil novecientos noventa y nueve,el reloj marcaba las seis y cuarto de la mañana,las luces de las farolas estaban a punto de apagarse y la temperatura rondaba los veinte grados centígrados.Era una mañana ideal para empezar las vacaciones de verano y,con ellas,el viaje a la playa.
Una muchacha me dijo en el instituto que este iba a ser el mejor verano de toda su vida,por lo visto se piraba con su novio a la montaña.Yo me iba con mis padres y mi hermana,no parecía un buen plan,pero yo estaba dispuesto a que fuera el veraneo más movido,divertido e inolvidable de todos los veranos de mi vida.
Teníamos una casita en un pueblo costero del norte de Portugal,una casita baja,de color blanco y techo de uralita y barro,con un pequeño porche delantero y un inmenso jardín trasero,era de dos plantas más una buardilla,(no declarada),y estaba muy bien distribuida.
En la planta baja existía un gran recibidor,con su perchero,su zapatero,su paragüero y su sombrerero,por la puerta de la derecha se entraba al enorme salón adornado con cuadros costeros,detalles del pueblo,como jarrones,conchas,tablas jeroglíficas.Había una cabeza de venado con diecisiete puntas,que había cazado mi abuelo en los Montes de Toledo,allá por el año mil novecientos cuarenta y nueve,existía un telar realizado a mano por la abuela de mi madre,en el cual se veía a una mujer dando la mano a un viejo pescador caido de su barca por efecto del oleaje,mi madre nunca supo explicarme por que esa imagen.Había dos grandes maceteros con sendos rosales y un enorme centro de flores silvestres.Una gran mesa de madera de caoba,un enorme sillón de seis plazas,una mesita baja de cristal,ocho sillas de madera de pino y una enorme y confortable chimenea.
Por la puerta de la izquierda del recibidor se entraba a un pequeño pasillo que te llevaba directamente a la cocina,hacia el fondo,y a la despensa por la puerta dela derecha.La despensa estaba en el sótano,había que bajar unos doce peldaños y te encontrabas con vinos,caseras,coca-colas,agua,jamones y comida en general.
La cocina era muy grande,de forma cuadrada y con los fuegos y el horno en el medio.Había dos taburetes,una silla y un banco bajito.
En la puerta del fondo del recibidor existía un pequeño baño,con lavabo, espejo y una taza.
Debajo de la escalera del recibidor se escondía un armario,y subiendo por las escaleras hacía la primera planta observábamos dos cuadros de caza.A la derecha de la escalera estaba la habitación de mi hermana,al lado de esta se encontraba la mía,al fondo un gran servicio,con bañera,lavabo,videl y taza.En frente de mi habitación se situaba la de mis padres,y al lado de esta otra para algún invitado ó invitada.
Si seguíamos subiendo las escaleras íbamos a dar a la buardilla,lugar de mis reuniones con los amigos del pueblo.No había nada especial,un sillón,una mesa,dos cojines grandes,una televisión y una radio.
Nos quedaban cuatro horas de viaje por delante cuando nos metímos en el coche.Desde Lisboa hasta Porto Bahia,mi pueblo,tendríamos que recorrer unos trescientos kilómetros,hacíendo un par de paradas para ir al servicio y comer algo,llegaríamos alrededor de las doce del medio día,estaba ansioso por llegar,tenía tantos planes para este hermoso verano.
Una vez mi abuelo paterno me dijo que:"todo aquel que desea veranear en Portillo...",así llamamos los residentes al pueblo,"...se debe de andar con mucho ojillo.",y yo le pregunté:
-Abuelo,¿porqué dices eso?.
Y,muy tranquilo,él me contestó:
-Algún día te darás cuenta de lo que te digo.Por que tu eres un Gomes Madeira,y nosotros tenemos algo que decir en este mundo.
Yo tenía cinco años y no entendí lo que me quería decir mi abuelo,y en el instante en el que me montaba en el coche,me vino ese pensamiento a la cabeza.
El viaje transcurrió con normalidad,pero con una extraña sensación de bienestar que no podría explicar.Era como si todo me estuviera saliendo como yo había planeado, como si las cosas que estaba haciendo ó diciendo, ya hubiesen estado planeadas.
Como había previsto llegamos al pueblo a las doce y cuarto,y tardamos unos diez minutos en vaciar el coche de equipaje y otras cosas.Enseguida noté que el ambiente en el pueblo no era el mismo,a lo mejor era que yo estaba cambiando ó,quizá, la atmosfera sana de la playa me hizo pensar eso.Pero noté algo, no le dín importancia en ese momento,pero sabía que algo no era normal.
Enseguida apareció mi amigo Alberto montado en su Beta de 75cc,trucada como casi todas las motos en el pueblo incluida la mía. Saludó a mi padre,al que le caía fenomenal, bromeó con mi hermana,que estaba loca por él y de hecho eran medio novios, y me instó a coger la moto y bajar a la fiesta de la playa.Le hice caso, cogí mi Yamaha Thunder de 80cc de color rojo y nos bajamos a la playa. Alberto y mi hermana,que por cierto se llama María Isabel, y yo.
Por el camino paramos en la tienda de comestibles del viejo tío Cecil,allí compramos bebida y unas patatas fritas, cuando ya estábamos a punto de salir de la tienda,el viejo Cecil me llamó.
-Oye muchacho acércate,tengo un recado para ti.
El tío Cecil era una persona muy amigable,aunque no todo el mundo en el pueblo entendía su modo de vivir.Lo único que tenía en este mundo era su tienda de comestibles, su pequeña casa encima de la tienda, su perra Lilas y su hermosa sobrina Ana.Por la cual bebía yo los vientos con una suerte reacia,hasta el último día del verano anterior,que me dijo que me echaría de menos y todo por que estuvimos una noche los dos solos hablando, riendo y contándonos historias de cuando éramos pequeños.Y todo debería agradecérselo al desgraciado de su ex, que en una noche desmesurada de alcohol,se acostó con la mejor amiga de ella y esta los pilló.Quizá tengan que pasar cosas así para que dos personas se conozcan, dos personas que a lo mejor no tienen nada que decirse, pero que con una sola mirada directa al corazón llenan todo su ser de bienestar y amor de una tachada. "Cosas de la vida",me dijo mi amigo Alberto cuando se lo conté, quizá tuviera razón, quizá la vida espera ese momento para darte una sorpresa, pero estaba seguro de que al año siguiente Ana y yo seríamos inseparables, aunque hasta ese momento en el que el tío Cecil me llamó, no pensé que sería tan pronto.
-Me ha dicho Ana que te espera en la playa, esta en la fiesta.¿La quieres de verdad?.
La pregunta me cogió por sorpresa, como podía dudarlo un momento. Siempre la había querido, desde que tenía cuatro años y la vi por primera vez bañándose en la playa agarrada de la mano de su madre. La quise cuando se había roto el brazo cuando tenía seis años y no salió en todo el verano de casa. La quise cuando besó a mi primo Juan cuando este vino en el verano en el que contábamos con diez años, la quise cuando se hizo amiga de mi hermana y pensé que en ese momento la tenía más cerca, la quise cuando me cómprela moto y la primera persona que viajó conmigo en ella fue Ana, la quise cuando empezó a salir con el descerebrado de su ex, la quise cuando la veía llorar por que había reñido con su novio, la quise cuando todo el mundo decía que estaba tan colada por su novio que se habían prometido, la quise en soledad, en el llanto, en muchos momentos del verano pensé que me tendría que ir del pueblo para no verla, por que no quería verla sufrir y no podía hacer nada por ella, hasta la noche del treinta y uno de Agosto del año pasado. Estaba sentado con mi amigo Alberto bebiendo para celebrar el fin del veraneo, cuando la vi que se marchaba sola. Sin pensar me puse en pie y la busqué, primero la llamé y no contestaba. Cuando la agarré por el hombro y se giró para ver quien era, sobresaltada, lanzó un pequeño alarido apenas audible para los de la fiesta. Y sin tiempo para preguntar se echó en mis brazos a llorar, me pidió que la llevara a un sitio solitario para poder pensar, y la llevé a la colina.
-Esas cosas no se preguntan así de bruscas, tío Cecil.-Contesté sudando.
-Es que no quiero que la vuelvan a hacer daño,¿sabías que la chica con la que se acostó el ex de Ana se quedó embarazada?.El niño nació a principios de Mayo y Ana lo pasó mal pero fue al hospital a ver a la chica y se encontró con él.No se dijeron ni hola, pero en su mirada pude ver la tristeza acumalada. Cuando la noticia de tu llegada le llegó a los oídos se puso muy contenta, tanto o más que cuando supo que la querias. No me preguntes quien se lo dijo, pero se enteró de que estabas loca por ella. Anda pues a la playa por que te esta esperando.
-Gracias tío Cecil.

sábado, 29 de enero de 2011

A Divinis.

Capítulo I. "El principio del fin"

Cuando nos quisimos dar cuenta del problema ya era demasiado tarde, las luces se habían apagado, los ruidos se estaban escondiendo en las sombras, la noche avanzaba como una inmensa mole de problemas y malos rollos, y no pudimos hacer nada.
Alguien dijo una vez que cada uno tendría que saber cual es su momento de gloria, que cada cual debería entender el porque de su existencia, la razón por la cual había sido llamado a este mundo de locos y, yo, aquí hundido en lo más hondo de mis recónditos pensamientos, no había llegado a tiempo para saber cual era mi momento, mi razón.
Ana lloraba desesperada por que no entendía lo sucedido, su larga melena le caía en cascadas doradas hasta los carrillos del trasero, sus bonitas piernas, tostadas al sol del verano, yacían acurrucadas en forma de obillo. Sus manos pulcras, tapaban su hermosa cara de ángel de la guarda, entre sus dedos se dejaban caer las lágrimas de la desesperación, en su respiración entrecortada se oían escapar los suspiros y la rabia contenidos pero no entendidos.
Todavía teníamos miedo, todavía nos sentíamos engañados, nos sentíamos bastante cabreados por los acontecimientos acaecidos en los últimos dias del veraneo, por sus causas, por sus consecuencias, por todo lo que rodeo aquello a lo que nos habíamos acostumbrado, a todo de lo que nos enamoramos sin darnos cuenta, de todo.
El fuego desprendía todo su calor a nuestro alrededor, las luces de los coches patrulla, de las ambulancias y de los camiones de los bomberos, llenaban toda la zona de un colorido similar al producido por los focos de una discoteca. La gente corría como posesos haciéndose preguntas, contestándose cosas que no entendían y asintiendo sucesos impensables. Y en medio de todo esa mezcla de colores, sabores,
Olores y desafortunadas consecuencias se encontraba Ello.
Nadie supo,sabe y sabrá que o quien fue aquello que nos aterrorizó,que nos tuvo todo el verano sumidos en pensamientos inimaginables,en sufrimentos irrecomendables,en añoranzas no deseables y al final ninguno de los cuatro supimos quien ganó a quien,si nosotros a Ello con nuestros sufrimientos y engañando a nuestros sentimientos,ó eso a nosotros dejándonos totalmente sumidos en la miseria,aún sabiendo que lo habíamos expulsado de este mundo.
Todos los pensamientos lucidos se habían borrado de nuestra mente,todos los sentimientos buscados durante años,se habían evaporado de nuestro corazón,todas las alegrías de la vida habían se vuelto tristezas.Todo,absolutamente todo,se había quedado en nada,en cero,en un vacio tremendo,en un sin nada que hacer o que decir,se puede decir que nos había dejado borrados del mapa.
Había ganado,pero nos resistiamos a creerlo.
Alberto permanecía inmóvil al lado de Ana,tenía la mirada perdida en el espacio,tenía el pensamiento absorto,estaba en blanco.En su fuero interior luchaba para no darse por derrotado,por no dejarse vencer.Pero su cabeza le negaba la razón y su corazón le prohibía la esperanza."¿Por qué?",solo Ello lo sabía,la respuesta estaba en lo más hondo de la oscuridad,en lo más profundo de la mentira.
Alberto consolaba sin consuelo a su pensamiento,deseaba en lo más abierto,de lo que le quedaba de su ser,que todo fuera un sueño,una pesadilla ó una broma de mal gusto,pero sabía que no podía tener respuesta.
Mabel deambulaba como una sonámbula por los alrededores del banco en donde nos hallábamos los cuatro,era la que peor lo había recibido.Estaba pálida,apenas sudaba,le temblaba el pulso y lucía un bello corporal totalmente erizado.Estaba asustada,atemorizada,total y absolutamente derrotada,como un perro al que acaban
De dar una paliza,como a un niño al que acaban de asestar un buen broncazo por algo que el no sabía que estaba mal,como todos los que acaban de denegar un sueño por el que llevaban mucho tiempo sufriendo.
En medio de todo el desastre que reinaba en el enorme parque,alguien grito:
-¡Quien coño sabe lo que a ocurrido en este maldito parque!,¡que me lo expliquen joder!.
Y,sin saber que esa era la pregunta que llevábamos haciendonos nosotros durante más de dos horas,otro alguien contestó:
-Esos cuatro chabales son los causantes,interrogarlos
Los ruidos se quedaron mudos,las luces se quedaron a oscuras,las voces parecieron alejarse de nuestros oidos,el tiempo daba la sensación de pararse y
la muchedumbre se detuvo en seco a observar la reacción de los cuatro espectros que permanecían impasibles,inmóviles,innertes y ausentes.
El mundo se detuvo,se paró en seco como una cinta de video al parar el reproductor,los segundos parecieron eternas horas,los minutos tenían la pinta de ser dias eternos, los movimientos de la gente se volvieron torpes,lentos,como si estuvieran en una inmensa piscina,las palabras se hicieron ininteligibles para nosotros,eramos cuatro cuerpos sin vida,sin movimiento,sin nada de nada.
_¿Estaías sordos?,solo os lo preguntaré una vez más.¿Qué demonios ha pasado esta noche aquí?.
Parecía que acaba de salir de un trance,que me despertaba de un sueño que había durado tres o cuatro noches,como si hubieran desenchufado mis baterías durante dos dias y después la hubieran vuelto a enchufar y la corriente hubiese llegado a mi cerebro poco a poco.Me estaba,por así decirlo,despertando.
-Teneis dos segundos para empezar a hablar,u os llevaré a comisaria.
Aquel hombre parecía realmente cabreado.Media,al menos, dos metros y debía de pesar,aproximadamente,noventa y cinco kilos.Era muy moreno,lucía una barba de dos días y fumaba unos cigarrillos de marca extranjera.Llevaba unos baqueros algo viejos y una camisa de cuadros,a medio abrochar,por fuera de los pantalones.
Exactamente no se lo que dije,pero debió ser algo muy feo,o muy gordo o muy poco entendible,por que el hombre se volvió a enfadar,y gritó:
-¡¡Llevároslos ahora mismo a la comisaria!!
Nadie,de los cuatro que estabamos sentados en el banco, oimos las palabras de aquel tipo tan enfadado.Ninguno reaccionamos cuando los seis agentes nos esposaron,ni cuando nos arrastraron al fondo del furgón,ni cuando nos conducían por las calles de la ciudad,ni cuando nos amenazaron con encerrarnos en prisión,
ni cuando nos obligaron a entrar en las oscuras celdas,ni cuando nos dejaron allí encerrados.
Solo se oían las palabras de las dos cucarachas que rondaban las esquinas de la celda,los susurros de las tres moscas que volaban alrededor de la pantalla de tubos fluorescentes y las respiraciones,entrecortadas de los dos borrachos que dormían en sus camastros.Y,mientras tanto,nosotros ni nos mirábamos.Parecíamos desconocidos,como si nos hubieran traído por separado. Como si cada uno de nosotros hubiera hecho algo malo por separado,ya no eramos los mismos.No eramos nosotros.
Me tumbé en la cama,mirando el derruido techo,observando cada una de esas mugrosas linesas que recorrían el asqueroso lugar donde estaba,pensando una y otra vez en todo lo ocurrido,en cada cosa,en cada palabra,en cada movimiento,en cada sonido,y poco a poco me iba adormeciendo.Se me nublaba la vista,se me perdía el pensamiento,se me agotaban las sensaciones,y ,cuando me quise dar cuenta,estaba soñando.
Cuando las sensaciones son robadas,cuando las imágenes son borradas,cuando los sentimientos son pactados y,cuando todas y cada una de las cosas por las que has luchado y vivido toda tu vida se pierden,no te queda nada,te quedas vacío y quieres abandonar este mundo inmundo que no sabe de problemas ajenos.Este mundo es como un niño caprichoso de dos años que solo mira por el,todo lo quiere para él,y si no se lo dan llorará,pataleará,chillará y destrozará hasta que lo consiga,y si no lo consigue vuelve a empezar con otra artimaña.
Una y otra vez volvía mi mente a cada minuto de lo ocurrido en ese parque,a cada sensación producida,pero olvidada al instante por razones ocultas,por cosas y momentos ocultos,por causas injustificadas e inexplicables.Por todo ello,y por cada cosa que no podía tener un razonamiento en mi cansada mente,en mi deteriorada sensatez,en mi pisoteda personalidad.
En ese instante,en el cual todo parecía haber sido producto de una mala borrachera,me quedé dormido.
Quien sabe si cuando me despierte seguiré siendo yo,ó un producto de los malos rollos,de los malos entes.Quien sabe si cuando despertemos los cuatro seguiremos siendo amigos,ó solo un producto de nuestra adulterada mente,de nuestra dañada vida.

jueves, 27 de enero de 2011

Piratas del futuro.

Las voces de cientos de hombres cantando, me trajeron de regreso al mundo de los vivos. No sabía el tiempo que llevaba dormido y tampoco recordaba el antes de caer en la inconsciencia. Solo sabía que en el piso de ariba de aquella casa de madera, que extrañamente se mecía, había una fiesta.
Los cánticos se sucedían sin parar y la alegría se escurría por las rendijas de los maderos, como el alcohol derramado por el suelo. La música, de flautines y acordeones, era acompañada de un violín no muy bien tocado y de pasos estruendosos de baile. La algarabia y la juerga estaban servidas.
Y yo, amordazado en un camastro lleno de pulgas, solo podía escuchar y disfrutar de aquello que no podían mis ojos ver. Intenté recordar como había llegado hasta ese punto y mi cabeza se negaba a descubrir el inicio de esa situacón.
Mientras una cación, sobre una mujer que disfrutaba de los placeres con un monton de hombres diferentes, tronaba en la parte superior de aquella casa de madera,mi cabeza se dispuso a realizar las pesquisas necesarias para saber que estaba pasando.
Mi nombre no acudió a mi enseguida, se hizo el remolón y jugó al despiste, pero no tuvo más remedio que regrersar a mi mente para abrir la puerta de aquel calabozo donde estaban mis recuerdos. Alfonso era mi nombre y la luz, que fue poco a poco resurgiendo, eran mis atenazados conocimientos.

En el año 2335 los avances tecnológicos superan con creces el conocimiento humano. La inteligencia artificial contribuye a la investigación aportando ideas y preguntas que nadie se habría echo, buscando soluciones a ellas y encontrando respuestas a fuerza de investigar. Codo con codo, científicos humanos y cibercientíficos, realizan descubrimientos a una velocidad deslumbrante. No hay enfermedad que no tenga cura y cada ser que cohabita en el planeta, disfruta de algun tipo de ventaja para su felicidad.
Todo tiene solución si se hace la pregunta correcta, todo.
Desde pequeño tuve predilección por las historias de piratas, siempre que podía veía una película o leía un libro, admirando la facilidad con que viajaban por el mar, guiados por cartas hechas a partir de las estrellas y buscando mundos reconditos donde ocultar o descubrir un tesoro.
Un día le dije a mi amigo Ramón, que en realidad es un cibercientífico de nombre Raw-on,que tenía una curiosidad por visitar un barco pirata, y este me dijo:
-Si quieres podemos hacerlo. He leido en algún sitio que se puede crear una venta espacio-tiempo solo para mirar, no es ilegal y solo has de estar el tiempo necesario para que no seas culpable del cambio de la historia.-Respondió muy animado.
-¿Seguro que no es ilegal?.-pregunté.
-Según mis datos, todavía no es delito mirar atrás en el tiempo, pero solo mirar.
-Pues adelante, hagámoslo.

Las carcajadas en el piso de arriba han cesado y la música ha enmudecido,pero no hay silencio. Los gritos corren por delante de aquellos que los profieren y sus pasos son carreras apresuradas en pos de un puesto asignado. Las órdenes se suceden y los improperios se acumulan, todo parece indicar que estamos a punto de entrar en combate.
El barco, que era la casa que se mecía,se ha detenido. Golpes, prisas, insultos y, sin previo aviso, un estruendo lejano que hace cayar a todos.
-¡AL SUELO!.- Se escucha-
Un estallido de tablones reventados y una conmoción de gente chillando, resurge del silencio posterior al impacto de la bala de un cañon. El combate está servido y yo amordazado.
Carreras en el piso de arriba, disparos ensordecedores de una batida de cañonazos en respuesta al recibido,gritos de venganza y una orden clara como el agua. En ese momento me quedé solo.
-¡AL ABORDAJE!

Lo habíamos estudiado hasta el último detalle, solo me asomaría el tiempo necesario para comprobar la vida en un barco pirata, sin intervenir ni ser visto. Pero ni Ramón ni yo habíamos imaginado que el poder de una ventana espacio-temporal es muy superior, que esos experimentos no se pueden hacer al abrigo de un laboratorio casero en el sótano de una casa y, cuando me asomé para mirar, fuí absorvido. Lo último que escuché de la boca de Ramón fue:
-¡Disfruta de tus vacaciones!,pues ya no volverás, jajajaja.
Había sido engañado por un ser creado por el hombre,me había dejado engatusar por mi "amigo", para vivir una experiencia, supuestamente no ilegal, y él lo había aprovechado para deshacerse de mí. Y el golpe al caer al suelo, me dejó inconsciente.

El silencio no era del todo total, pues por la puerta se dejaba escuchar un murmullo de pelea lejana. Los disparos de cañon habían sido sustituidos por los de pistola y lucha de espadas.La batalla se prolongaba más de la cuenta y yo no tenía posibilidad de escapar. Hasta que se hizo el silencio.
Rompiendo el vacio dejado por el fragor de la lucha, cientos de voces gritaron victoria al unísono,los pasos que se escucharon a continuación eran de cansada satisfacción y de búsqueda del botín ansiado, pero esta vez el barco del tesoro era aquel que era mi prisión.
La puerta de mi improvisada celda se abrió de golpe y, detrás de unas salpicadas botas de sangre, entró un capitán del ejército español .
-¡Un prisionero!, desatadle.
Y raudos aparecieron dos soldados que me desataron y me quitaron la mordaza.
-¿Quién eres y por qué te tienen preso estos piratas?.- Dijo aquel altivo capitán.
-Ma llamo Alfonso y no sabría explicarle porque estoy preso. Solo sé que este no es mi sitio.
-Pues si no lo sabe usted, ellos tampoco pueden explicarlo, pues han muerto en la lucha. Llevadlo al barco y darle de comer.Permanecerá arrestado hasta que la reina de España decida que hacer con usted.

Año 2335 en casa del científico Alfonso Martinez, las autoridades irrumpen en la vivienda en busca del cibercientífico Raw-on, acusado de abrir una ventan espacio-tiempo para deshacerse del doctor y es arrestado. Conducido a presencia del juez es condenado a la desconexión y desintegración de todos y cada uno de sus componentes mécanicos y electrónicos. Raw-on deja de existir antes de saborear su triunfo y sin saber quien le delató.

Año 1500, bajo el reino de Isabel La católica, el ejército español luchaba por mantener libres de piratas las rutas comerciales con las américas. Al regreso de una de esas batallas, el gran capitan Gonzalo Fernández de Córdoba, le entregó un prisionero a la reina.
Antes de ser quemado por hereje y blasfemo, escribió unas notas de perdón, las cuales fueron guardadas en el cofre de la reina por orden de esta y quedaron ocultas a los ojos del mundo y de la historia para siempre.
Para siempre no.
En el laboratorio oficial del doctor Alfonso, se descubre una nota en un transfondo de un cofre que perteneció a Isabel La Católica. Desdoblado con cuidado y estudiado por los científicos allí presentes, el asombro fue generalizado cuando comprobaron que era la letra de su jefe.

"Nunca llegaran estas palabras a aquellas personas capaces de realizar su deber con justicia.
Hace unas horas estudiaba un cofre de la reina Isabel y ahora escribo unas notas que guardaré en él. Solo quiero que lleguen a tiempo para detener a mi cibercientífico Raw-on, que quiere deshacerse de mi mandándome a otra era, escudándose en mi sueño infantil y valiéndose de engaños. Solo pido que hagan con el lo más parecido a lo que esta gente me hará a mi.
La pira está preparada, en unos momentos vendrán a buscarme, el fuego será mi despedida y espero que el fuego sea mi venganza.

Alfonso Martinez año 1500."

lunes, 24 de enero de 2011

Valiente.

Quisieran las palomas alzar el vuelo sobre lo que allí aconteció. Suspirasen los árboles por rozar los silencios que alli ocurrieron y pudieran las hierbas del camino dibujar la suleta de un alma caida en la noche.
Necesitaría un mundo para narrar los sucesos de la noche de autos, la noche en la que la bella murió a manos de la bestia sin oponer resistencia, sin luchar, dejándose vencer por el mero echo de creerse culpable.
Culpable de nada, pues era inocente.
Alguien diría, tiempo después, que todo estaba sujeto a posibles variantes, que podía cambiar la culpabilidad según fuese el interesado en estudiar el asunto. Dependiendo de quien quisiera culpar a quien.
La hierba fresca de aquella noche sabe lo ocurrido, los árboles gritan el nombre del culpable y las palomas revolotean sin orden en busca de una verdad.
Déjenme decirles que no hablamos de un asesino en serie, que estudia a sus victimas hasta conocer el más mínimo detalle de sus vidas, ni de un asesino lunático, que mata cuando el resorte de matar se le activa, ni siquiera hablamos de un violador, hablamos de un marido.
Un marido que no sabe que ha matado hasta que llega a casa y no encuentra la cena echa. Que no conoce la gravedad de sus actos hasta que la policia le pone las esposas, que no llorá por que grita que él no ha matado a nadie y se derrumba cuando ve el cadáver de su mujer en la mesa del forense.
Hablamos de una mujer que se enamora de un galán caballero que, todas las noches de antes del noviazgo, la viene a pretender a la ventana de su casa. Que durante el noviazgo es la reina del lugar donde está y que se deja llevar al altar con la venda en los ojos.
Un marido que desde el inicio mismo del matrimonio, la engaña, la miente y la pega. Haciendo una cara de puertas para fuera y otra en el interior del hogar, exigiendo su derecho al matrimonio en cualquier momento a pesar de que ella no puede o no quiere, recibiendo un castigo por ello con la hebilla del cinturón.
Una mujer que llorá lágrimas de desconsolada desesperanza en el rincón de su casa, y sonrie falsedades en las puertas de la calle. Que grita su dolor en la intimidad de su corazón y que calla sus penas en la multitud de las gentes. No puede huir, no sabe huir.
Una cena que nunca se llega a hacer, un grito de descontrolada rabia. Carreras en la oscuridad de las calles para salir de allí, nadie te oye, nadie te ayuda y sientes que se acerca. Sabes que va a ser el fin,que de ese noche no pasa, te mata o le matas, él o tú.
Lloras.
Tu vida no puede acabar así.
Escuchas sus pasos y resoplidos.
Lloras.
¡Nunca más!, gritas a la oscuridad y las palomas vuelan, sisean los árboles y se aplasta la hierba cuando caes.
La escopeta de caza acabó con tu vida.
Como cobarde que es, huye al escuchar el disparo.
Como cobarde que es, lloró al ser encerrado.
Nunca sabrá que quien te mató fue él, aunque tú apretaras el gatillo.

viernes, 21 de enero de 2011

Diez fotografías.

Foto 1

El cuerpo desnudo de una mujer rubia, tendido en la cama boca abajo y medio cubierta por una sábana blanca teñida de sangre. Dos agujeros en la espalda y el reguero de sangre que cayó hasta el colchón. El brazo izquierdo cayendo por el borde de la cama y el derecho sobre su cabeza, con la palma sobre la nuca.

Foto 2

El cuerpo desnudo de un hombre moreno, tendido boca arriba y cubierto por el cuerpo de la mujer y la sábana blanca manchada de sangre. Los ojos perdidos en la inmensidad del vacio y el rostro pálido. El brazo derecho colgado del borde de la cama y el izquierdo sobre la almohada. Bajo su espalda un círculo rojo que había dejado de crecer.

Foto 3

Una cama envuelta en sábanas manchadas de sangre y sexo, sosteniendo dos cuerpos muertos y desangrados casi sin darse cuenta. Un colchon inundado de sensaciones contrapuestas y ADN desparramado por doquier. Un lecho donde aquella pareja encontró el final a su historia de amor.

Foto 4

Una habitación donde prima el toque femenino y la sencillez de una decoración sin grandes lujos, salpicada allá donde miras por las gotas de vida que se desprendieron de los dos cuerpos que yacen encima de la cama y marcada por la escena de horror que vivieron, en sus últimos instantes, los amantes.

Foto 5

Un reguero de ropa desordenada y colocada de cualquier manera, como quitada a toda prisa, servía de alfombra en la habitación. El armario, debidamente cerrado, no ocultaba su disgusto ante la desolación que contemplaban sus puertas manchadas de sangre. Tampoco el espejo, colocado encima de la coqueta, reprimía su disgusto por las manchas.

Foto 6

Encima de la coqueta unos marcos de fotografía, con la pareja feliz besándose. Unos niños que se les parecen demasiado sonrien junto a ellos en otra foto, una familia. Fotografias de distintas maneras pero indicando un mismo fin, que aquella familia había sido feliz. Ahora descansaban en paz gracias a la gentileza de un demente.

Foto 7

Unos pasos que se alejan de la cama y se pierden en el fondo del pasillo. Huellas de un pie descalzo que conocía la casa y sabía donde estaba y a donde iba. El pomo de otra habitación manchado de sangre y una puerta entre abierta. Los pies marcados de sangre se acercan a otra cama y desaparecen.

Foto 8

El cuerpo de un niño rubio, tendido de medio lado y con el pijama de Piolín puesto. No hay sangre, pero tampoco vida. Un trapo que descansa junto a la cara del chiquillo y recoje las babas que le pudieran haber caído, contempla su mirada inocente. No hubo lucha, no se pudo resistir, la cama apenas esta deshecha y él no está desarropado.

Foto 9

El cuerpo de una niña rubia, tendida del lado opuesto al niño y con un camisón blanco puesto. Tampoco hay sangre y tambien hay ausencia de vida. De este lado su brazo izquierdo se pierde bajo la almohada, el derecho descansa junto a la cara. No hay trapo o cojin, no hay marcas de violencia. No hay nada, pero esta muerta. Todos estan muertos.

Foto 10

Una puerta que no había sido forzada, una casa donde no faltaba nada y nada había sido revuelto o descolocado. Todo estaba en su sitio y nada parecía indicar que hubieran sido interrumpidos en sus quehaceres sus habitantes. Muerte y desolación para esa familia que no se merecía ese final, ¿o quizás si?.

Album de fotos.

El hombre que yace desnudo en la cama junto a la mujer no es el marido. Los niños que duermen juntos en su cama no son sus hijos y aquellas fotos sobre la coqueta no son suyas. Si no de un marido engañado que, debido a un chequeo rutinario, le dictaminan que nunca ha podido engendrar hijos pues es estéril. La locura se apodera de él y decide vengarse. Busca el momento apropiado y deja que pasen los días, las semanas e, incluso, los meses, hasta que una noche los pilla en la cama. Primero axfisia al niño con las manos y usa un trapo para dar una dósis mortal de cloroformo a la niña. Con el silencio siguiéndole, entra en la habitación donde la pareja disfruta de su pasión, justo cuando ella está montada sobre el, retorciéndose de placer, él
dispara dos veces su pistola con silenciador, comprada expresamente para la ocasión. Los disparos atraviesan los dos cuerpos y, después de verlos desangrarse, se dispara en la cabeza.

martes, 18 de enero de 2011

Silencio en el corazón.

Debería olvidarme de esto y dejar que el tiempo termine por borrar estos sentimientos, pero no puedo. Debería pensar en levantar la mirada y ver más allá de las ventanas cerradas que se interponen ante mis ojos, pero no sé. Debería ceder ante la fuerza de un mañana prospero a la sombra de un nuevo sol, pero no quiero. Debería hacer y decir tantas cosas que, con solo imaginarlo, la sensación de agobio es mayor y el peso del recuerdo me aplasta.
Una eternidad ha transcurrido desde el instante en que todo comenzó y un infinito paso del tiempo quiere ocultar el momento final, el más doloroso, el más infeliz de los momentos. El adiós no deseado pero irremediablemente esperado, cortando con filo de bisturí las lágrimas de aquel corazón.
Enmudecido por los ecos de un amor que aún perdura, endurecido por el olor de un perfume que aún lo perturba y encanecido por la sensación de escuchar el ritmo de su voz, lo único que puede hacer mi corazón es callar y dejar pasar el tiempo a su lado. Contemplar tranquilo el devenir de gentes por su vida, hacerles hueco en su agenda de relaciones y ser fiel a su razón.
Enamorado del recuerdo más hermoso de su vida, calla sus voces en los sueños que lo asaltan en las noches, escuchando el sonido de un sencillo pestañear que lo desvela y lo arrastra a la perdición, una vez más, de un doloroso recuerdo en forma de adios.
Debería olvidarla, matar su recuerdo y enterrarlo en algún lugar prohibido de mi razón,pero no puedo. Debería pensar en que ella ya no me recuerda, en que ya no soy nada en su cabeza, ni siquiera debo existir en su mundo y, sin embargo...
Mi corazón calla y mi alma se muere en el silencio.
Ella.
Desde siempre y para siempre.
Debería olvidarme de esto y seguir dejando pasar el tiempo.
Debería pensar en que nunca existió aquella mirada.
Debería dejar de recordarla.
Ha pasado tanto tiempo que, a veces, creo que aquello fue un sueño. Una leve incursión por el mundo de las mariposas, donde las hadas de sus ojos me llevaban de la mano al manantial donde, una y otra vez, bebí sin miramientos.
Ha transcurrido tanta vida alrededor de mi, que siento que aquello fue una de tantas de mis invenciones, una de las historias que siempre quise vivir y que nunca ocurrieron, algo producto de mi cabeza. Un amor inventado como siempre lo había soñado, para vivirlo con la máxima de las intensidades y cortado bruscamente por la crueldad de un destino fingido.
No puedo olvidarla.
No quiero sacarla de mi.
No cederé a su destierro.
La conocí una noche de Noviembre de dos mil y, durante tres meses, le entregué mi corazón.
Un día decidió que no quería más y todo lo que le dí, se fue con ella. Las voces de mi corazón callan su ausencia, esperando el regreso de un sonido especial que reavive el fuego apagado, bruscamente, aquella noche de Enero.
No puedo ni quiero olvidarla.
Solo puedo echarla de menos.
......................

lunes, 17 de enero de 2011

Déjame en paz.

De las profundidades del silencio, del oscuro camino del vacío nocturno, llegó un susurro frío que heló su sangre. Un débil siseo que zigzagueo por las sombras de la casa, intentando localizar el camino que ascendía a la habitación y llegar despacio a los albores de sus oídos.
El aliento helado precedía el paso lento de las sombras del pasillo, el arrastrar de los pies levantaba rumores al rozar de la moqueta, la respiración profunda ensordecía los gritos de cada uno de sus susurros, impidiendo que sus pulmones cogieran aire para explotar y alejar todos sus miedos.
El baile de las cortinas, la brisa que las mecía y el repiqueteo de la persiana al golpear en el alfeizar, dibujaban un siniestro cuadro y compartían un lúgubre escenario, donde el protagonista enmudecía de pánico sabiendo, como sabia, que la ventana estaba cerrada.
Tres golpes en la puerta, una delgada linea de luz vertical que se hacía más visible cuanto más abierta estaba la puerta, una mano que asoma, una pierna detrás de ella, un susurro inaudible y cuchicheante, una figura que traspasa el umbral y se aproxima despacio. Una mano que busca en la oscuridad donde posarse, encontrando el vacío y tropezando con la nada.
Quisiera volverse y mirar, pero no puede. Su cuerpo está atenazado, su mente acobardada y su estima ya no existe. Se quiere hacer fuerte y no puede, sus piernas son bloques de hormigón, sus brazos vigas de acero y sus pulmones se niegan a respirar.
La mano que vuelve a buscar y esta vez encuentra. Toca un cuerpo rígido y helado, que no reacciona ante su contacto, y se extraña. Esa mano fria que busca y encuentra, que se empeña en ser detectada, abandona la batalla ante la enésima muestra de pasividad y reacción.


Dias después en un periodico local:
"Hallan el cuerpo sin vida de una mujer en su cama, sin signos de violencia aparente y sin muestras de haber sido maltratada. A falta del informe del anatómico forense, la policía baraja la posibilidad del suicidio por intoxicación, pues se encontró un frasco de pastillas por determinar y un vaso vacío en la mesilla. La persona que encontró el cuerpo fue el propio marido, que aún no se explica lo ocurrido. Fuentes cercanas al matrimonio, y a las que ha podido acceder este periódico, informan:Ël era un alcohólico sin cura, ella intentó hasta la saciedad que superara su alcoholismo y él conseguía engañarla siempre, hasta que ella ya no pudo más. Según informó la policia se encontró una nota en la mesita que decía:"DEJAME EN PAZ".

domingo, 16 de enero de 2011

¿Accidente?.

Una linea continua interminable, el haz de luz blanca alumbrando el camino, el ronroneo del motor que, sin llegar aun a meter la sexta, ha alcanzado los doscientos kilómetros por hora. LAs manos en el volante y la vista en la carretera, los sentidos puestos en la conducción y en el más mínimo detalle. Todo es perfecto, bueno todo no.
El cielo está despejado, no llueve ni hace viento y las estrellas ayudan a marcar el camino con su brillante presencia. La luna sonrie maliciosamente, pues se sabe culpable de algo que pasó en infinidad de ocasiones, aunque a ti solo te atañe en una. La única vez que pasaste por esa carretera.
Las hojas caídas de los árboles han desaparecido, el viento de la mañana se los llevó para que el camino ha recorrer fuese más sencillo, sin problemas de última hora, sin sustos. El asfalto recién echado por las máquinas hace unos días, aun despide su olor característico y esta liso como una pista. Nada puede fallar, esa es la noche, la última oportunidad.
Ves el resplandor lejano de una luz blanca y, en décimas de segundo, recuerdas lo que sucedió aquella noche. Sin vuelta atrás, pisas el embrague y metes sexta, sabes que todo va a acabar y que te reunirás con ella para pedirle perdón, con el tiempo justo de mirarla a la cara y llorar, antes de que las sombras del infierno te arrastren al infinito oscuro.
Tus lágrimas inundan tus mejillas y no haces nada por evitarlo, los sollozos ya no se escapan de tus entrañas añorando lo imposible y los lamentos, doliendote en lo más hondo de tu corazón,han pasado ha segundo plano. Tienes que hacerlo por ella, por ti, por que nadie te creyó y te culparon. Por que nadie supo, sabe o sabrá que pasó aquella noche, solo que aquella muchacha murió atropellada.
La luz blanca se hace más fuerte y asoma por encima del cambio de rasante. La aguja del cuenta kilómetros marca doscientos treinta y el pie sigue pisando.Circulas por tu carril pero sin preocuparte demasiado si pisas el arcén o la linea continua. Y su mirada vuelte a ti.

Circulabas a la mitad de la velocidad que ahora, ciento diez más o menos,llovía a cántaros y el viento soplaba del costado izquierdo. Reduciste cuando las farolas dejaron de alumbrar el camino y saliste a la carretera que no conocías por error. Decidiste avanzar por ella hasta poder dar la vuelta, pero nunca lo hiciste.
Eran las dos de la madrugada y el alcohol no corría por tus venas, tampoco droga alguna. La tensión de no conocer el recorrido que seguías y la nula visión por culpa de la lluvia, hizo que la fugaz sombra apareciera por la derecha y no la vieras.
No fue un golpe mortal, pero si complicado de asistir. Su cuerpo estaba doblado en un antinatural escorzo por la cadera, la imagen era dantesca y la muchacha apenas era consciente de lo sucedido. Su cabeza se había golpeado contra el suelo al caer y sangraba bastante, su palidez iba en aumento y su temperatura bajaba alarmantemente.
Llamaste al servicio de urgencias y diste la situación, tapaste a la muchacha y le diste los cuidados que sabías, que eran nulos. Le diste agua que recogiste en una bolsa de plástico, le protegiste de la lluvia con una manta y un paraguas, y,sobre todo, habláste con ella.
Con la ambulancia llegó un coche de la guardia civil y fuiste interrogado. Un enfermero se acercó al agente de mayor graduación y le dijo algo. Y fuiste esposado.
Nadie creyó tu versión. Fuiste condenado a dos años de cárcel por conducción temeraria y al pago de una cantidad desorbitada de dinero a los familiares de la niña,pero no pudiste pagar. Declarado insolvente fuiste encarcelado y olvidado en una celda, hasta que pasaron los dos años. Nadie fue a verte, ni siquiera tu madre.
Y en tu cabeza aquella mirada se grabó para la eternidad, una mirada de agradecimiento y de liberación. Una mirada azul cielo que quemó la retina de tu alma, cegando el paso de los años por siempre.
Y recuerdas sus palabras, las recordaste y las recordaras por siempre, pues no pudiste cumplir su voluntad.
-Es culpa de mi padre, díselo a todos.

Ahora, dos años y seis meses después de aquella maldita noche, estas en la misma carretera, al triple de la volocidad y con una amplia perspectiva del asfalto. Ya no importa nada, ni nadie. Te sientes culpable de aquel accidente, culpable de no haber cumplido la voluntad de la niña y culpable de ser una persona tan débil.
Lo has estudiado hasta la extenuación y sabes que todos los días pasa a la misma hora, de regreso a casa, en su tractor y borracho. Ya no podrá hacerlo más veces, no lo vas a permitir.
El tractor aparece en todo su esplendor, por el medio de la carretera y tu coche no quiere apartarse, el impacto es brutal. Unas décimas de segundo antes de la explosión, oyes la voz de la muchacha:"gracias". Y sonries.
Los pedazos de coche y tractor fueron recogidos a casi un kilómetro del lugar de la colisión, miles de ellos esparcidos por las manos gigantes de un niño malhumorado. Se necesitaron varios días para recopilarlos todos y saber cual era del coche y cual del tractor, pero fue una misión imposible.
Nada se encontró de los cuerpos de los ocupantes de los vehículos, nada.
El director del hotel del pueblo descubrió una nota en la habitación de uno de sus inquilinos, este había desaparecido sin dejar pagada su estancia y sin decir a donde iba, y la entregó a la policia cuando fue a poner la denuncia.

"Soy Saúl Sánchez, acusado de conducción temeraria y homicido imprudente, causando la muerte a la niña Laia Peláez. Ante la imposibilad de que me hagan más caso y de ver como todos mis esfuerzos caen en el olvido, debo dejar escrito las razones de los actos que llevaré a cabo en unas horas.
Laia se suicidó por miedo a su padre. Había sido violada en varias ocasiones y esa noche lo intentó otra vez, la niña huyó y corrió despavorida. En aquella desfavorable noche su padre salió a buscarla y esta no aguntó más, prefirió morir a ser sometida otra vez. Solo tenía dieciseis años, me dijeron en el juzgado mientras el cinico de su padre sonreia.
No pude cumplir su voluntad aquella vez, pero esta noche todo el mundo lo sabrá. Laia murió bajo mi coche para no crecer bajo su padre. Adios."

sábado, 15 de enero de 2011

No pudo ser

El niño corría por el prado totalmente despreocupado, con sus ramitas secas en una mano y flores vistosas en la otra. Con una sonrisa satisfecha en la cara y el gozo pintado en el brillo de sus ojos, el jersey arañado de manchas de barro y el pantalón salpicado de motas verdes.
El contagioso ritmo de su risa fresca cesó de pronto, como si alguien le hubiese silenciado, ahuyentando a los pájaros que junto a él volaban, callando a los animalillos que lo animaban a seguir. El silencio que siguió avanzando trás los pasos que no llegó a dar, acabaron por descubrir la ausencia de su figura.

La histeria fue como un desprendimiento que comienza con un guijarro y acaba en avalancha. El descubrimiento consiguiente no ayudó a contener la estampida agobiante que asaltó a sus padres cuando hasta ellos llegó la nada. Las lágrimas corrieron por las almas desconsoladas de aquellos que, con todo el dolor de sus corazones, habían intentado dar vida inútilmente. La pena y el desconsuelo calaron hondo en sus vidas, cambiando todo aquello que habían soñado y que nunca podrían tener.
Los reproches nacieron de la nada y crecieron en sus conversaciones, clavando cada pulla en lo más sangrante de la herida. Los silencios dieron paso al distanciamiento, la lejanía al odio y, este, a la venganza.
Primero llegó la separación, después el divorcio.
Un encuentro fortuito abrió las puertas de un enfrentamiento. Volaron sillas y vasos, las mesas cayeron por doquier y la sangre corrió cuando un disparo la mató a ella y, con sus últimos golpes de aire, lo maldijo diciéndole:
-Me provocaste el aborto y ahora me matas, quédate satisfecho en este mundo......
Contemplando la muerte del amor perdido de su vida supo, como cobarde que era, que su única salida era morir y, poniéndose la pistola en la cabeza, disparó.
Pero la bala no le mató.
Cumple condena en un hospital para enfermos terminales, contemplando en su cabeza, en un bucle sin fin, como su mujer juega con su hijo...

martes, 11 de enero de 2011

Pistolero.

La calle estaba en silencio cuando su figura apareció en el inicio de la acera y la calma de sus sombras se vió agitada por el susurro espontáneo de sus pasos. Avanzó por el sendero adoquinado siguiendo la estela de su aliento, camino de un encuentro años hace que fue programado.
Levantó la mirada y contó las pistolas que lo apuntaban directamente. No se puso nervioso, no dejó de caminar y su pulso apenas cambió. Su pie derecho siguió al izquierdo y el eco de sus pasos anunciaba sus intenciones. Una tos en la lejanía y un ladrido ahogado, presentaron al individuo desarmado que caminaba hacia la muerte.
El hombre cayó al suelo, sus pistolas le siguieron, miró a su verdugo y sonrió.
-Ya tengo lo que quería. Puedes matarme.
-¡¡Detente!!.- Le expetó.
-Ya no quiero defenderme, he terminado. Si me matas habré ganado, si no lo haces tambien.
-¡¡Estás loco y vás a morir!!.
-Adelante.
En apenas un segundo, trás la señal del verdugo, dieciocho pistolas vaciaron sus cargadores amenos de un metro del infeliz y, justo en el último momento, alguien gritó:
-¡¡Habéis matado a un desarmado!!,¡¡seréis castigados por ello!!.
Y el suelo se abrió bajo sus pies engullendo a veinte personas armadas y estupefactas que cayeron en la maldición del pistolero, sucumbiendo en el abismo por elo.


Aquel muchacho corría como si le fuese la vida en ello, con la caja de madera en las manos y el diablo pisándole los talones. Subió las escaleras sin apenas tocar los escalones y llegó al umbral de la habitación y, sin llamar, entró.
La mujer estaba sentada en un sillón junto a la ventana, el hombre paseaba por la estancia nervioso y ambos se detuvieron en seco cuando entró el muchacho. Él salió a su encuentro y le arrebató la caja de madera de las manos. Ella se incorporó de un salto y corrió al lado del hombre que, con mucho cuidado, había dejado la caja en la mesa y se disponía a abrirla.
Al levantar la tapa el edor les abofeteo y sus rostros se volvieron ante la repulsión, para regresar al instante a contemplar el tesoro. Durante unos segundos el mundo se detuvo para admirar el hallazgo y, con un amplio suspiro, regresó a la realidad.
Allí estaban. Tan hermosas y bellas como malignas. Las pistolas asesinas del pistolero sin nombre, aquel que murió para salvar a su amada entregando su vida a cambio de la de ella, llevándose con su alma la de todos aquellos que quisieron impedirlo.
-¿Y ahora?.-Preguntó ella.
-Ahora nada. Estas pistolas nunca han existido.
-Pero....
-Todo es, ha sido y seguirá siendo una leyenda.
-Pero....
-Escúchame bien. Quien ose utilizar, o tan solo coger, estas pistolas, yacerá en el abismo donde está su dueño y las almas malditas de aquellos que osaron matarlo. Por eso serán guardadas para siempre, para el mundo nunca han existido y así seguirá siendo.
-Como quieras. A fin de cuentas era tu antepasado.-Dijo ella saliendo de la habitación.
Con mucho mimo el hombre cerró la caja y, sonriendo, dijo en voz baja:"Te equivocas, no era mi antepasado el de la leyenda, soy yo".

lunes, 10 de enero de 2011

Sin palabras.

Las luces del coche apenas si alumbraban un par de metros por delante. La niebla densa, agobiante y cerrada, le asaltó cuando tomó la salida 18 de la autovía y cogió la carretera comarcal en dirección a su pueblo. La calefacción funcionaba bien. La radio había perdido las emisoras y el reproductor de cd estaba estropeado, así que el ronroneo constante del motor le acompañaba en esa desapacible noche de viaje.
Las rayas discontinuas, que apenas se dejaban ver entre la niebla, eran toda la referencia que tenía de aquella carretera de dos carriles que conocía tan bien. Las continuas que delimitaban los arcénes ni siquiera se intuían. "Ahora una curva a la izquiera.", iba pensando, "ahora un bache hondo en el centro.", podría llegar a su casa con los ojos cerrados y llegaría entero a ella.
Las luces del cuadro se encendieron todas a la vez, la radio comenzó a sonar de sopetón y el motor se paró en seco, dejándole tirado en mitad de aquella carretera, con una niebla que parecía el telón de un teatro y a tres kilómetros del pueblo más cercano. Intentó, sin éxito, arrancar y tuvo que resignarse a realizar el camino a pie sin poder llamar a nadie pues no tenía móvil.
Con el chaleco reflectante puesto y el coche debidamente señalizado, comenzó a andar por el sendero marcado por el paso de caminantes en el arcén de la izquierda. Las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, la cabeza agachada y oculta entre el cuello levantado de la misma,. El vao precediendo el paso acelerado de un aliento que ya no ansiaba fumar y el ritmo ligero de una persona acostumbrada a nadar, le llevaron a la gasolinera.
Las luces estaban apagadas fuera. Dentro se distinguía el resplandor blanco de una pantalla fluorescente, ¿ o era una televisión?. Observó que la puerta estaba abierta y, con cierto temor, decidió entrar. El local estaba vacío y, efectivamente, la luz blanca era un televisor encendido. Desplazó su mirada por el abandonado super y la piel se le heló al ver que el aspecto del lugar le decía que allí no había entrado nadie en años.
Por el rabillo del ojo captó en la tele un movimiento que le llamó la atención. Se acercó a ella y subió el volumen.
En el centro de la pantalla se veía a una reportera, de larga melena rubia, que relataba un acontecimiento. Trás ella, miembros de la policía y de los bomberos se afanaban en algo que la presencia de la periodista impedía ver. Al pie de la pantalla un rotulo se desplazaba dando un titular: "ACCIDENTE MORTAL EN LA AUTOVIA A-6".
Y entonces lo vió.
Aquella rubia se apartó y ante sus ojos sorprendidos apareció su coche. Lo reconoció por la matrícula.
-....según fuentes policiales,- se oía decir a la mujer.-, al dejar la autovía y toparse de golpe con los bancos de niebla el vehiculo, que circulaba a alta velocidad, se ha salido de la calzada y se ha estrellado de frente contra un árbol....
-¿pero qué.........?
-....el único ocupante del vehiculo siniestrado ha fallecido en el acto.....
-Yo no estoy muerto.
-¿Estás seguro?.- Le soplaron al oído.
Y las imágenes pasaron por su cabeza mostrándole lo cruel de su final.
Se había dormido al volante. Dos interminables días de intenso trabajo en la obra para volver en el fin de semana al pueblo y arreglar con su mujer aquel matrimonio del diablo, el cual se rompía por las largas ausencias de él.
Se había dormido y su final llegó al pie de un árbol.
-Sígueme.
Y aquella sombra lo abrazó llenando su mundo de luz y oscuridad......




-¿Retiramos el coche ya, señor?.-Preguntó el agente.
-Llévenselo.-Dijo el comisario.
-¿En qué piensa señor?.- Indagó el agente.
-En que no sé como le voy a decir a mi novia que su marido ha muerto.

domingo, 9 de enero de 2011

Shark, el curandero.

El siervo recorrió los oscuros pasillos del castillo en dirección a los aposentos del señor que, en aquellos difíciles momentos, yacía enfermo en su lecho. Iba murmurando plegarias, con las manos entrelazadas y sudando por todos los poros de su cuerpo. Un guardia le salió al paso pero se apartó al instante de reconocerlo, algo en la mirada del siervo hizo que el guardía se pusiera tenso.
El eco interminable de sus pasos resonaba hasta el infinito en aquel escandaloso silencio, llevando su estado nervioso a un punto peligroso de colapso total. Aquello no era bueno, nada bueno.
Cuando llegó al umbral de la habitación de su señor iba casi corriendo, el sudor le confería un aspecto de recién salido del baño y se dió unos segundos de pausa para recuperar la compostura.
Con dos golpes de nudillo sobre la puerta anunció su presencia y desde dentro una voz enerbada y débil lo instó a entrar. La veintena de pasos que separaban la puerta del lecho se le hicieron eternos al siervo que, con la mirada puesta en su señor, rezaba para sus adentros y rogaba para que aquel maligno cometido acabase pronto.
-Mi señor..
-Dime WIlfred, ¿qué deseas de mi?.
-Mi señor tengo que informaros de algo horrible que esta ocurriendo en una de sus pequeñas villas, en Nightville para ser exactos.
-¿Y qué es lo que está pasando allí,,Wilfred?.
-Hasta mi han llegado informes de un personaje oscuro llegado del otro lado de las montañas que dice ser curandero, aunque escuchando los relatos de las cosas que hace más bien parece un brujo. Dicen que con palabras imposibles y con medicinas desconocidas está curando a la gente del pueblo y estos le pagan con parte del arrendamiento que pertenece a su señoría.
-¿Sabes como se llama?.
-Se hace llamar Shark el curandero, pero algunos dicen que es El Caballero Innmortal.
La palidez del rostro del señor se acrecentó de tal manera que, de no haber sido por el ritmo de sus pulmones, parecería muerto.
-¿El Caballero Inmortal aquí en mis tierras?.
- Lo sé señor, es un desastre. La últma aparición de este hombre trajo la desaparición de todos los feudos del norte, de sus gentes, ganados y pastos. Nunca se encontró a nadie, el rey hubo de repudiar aquellos lugares y su Santidad los declaró lugares malditos. ¿Qué vamos a hacer, señor?.
-Llama a mi Capitán, tenemos que poner a la guardia en marcha y acercarnos a aquel lugar para apresar a ese hombre antes de que sea demasiado tarde.
-Si señor en seguida.-Y salió presuroso por la puerta con algo de alivio en su circulación sanguínea.

Entrados en el siglo VI el pequeño pueblo de Nightville se lamentaba de la escasez de recursos que lo asolaba. Las cosechas eran insuficientes para alimentarlos a todos y encimar pagar los impuestos del señor. El ganado sucumbía a la debilidad de los pastos y los comerciantes venidos de otros lugares cada vez traían peor mercancía. El destino era oscuro y el futuro era la nada. Hasta aquella mañana de finales del invierno en que apareció Shark el curandero.
Vestido con ropas extrañas y calzado aún más raro, llegó a la plaza del pequeño pueblo siendo observado por todos. Los niños le señalaban soirprendidos y le seguían interesados, las mujeres le dirigían miradas desconfiadas y los hombres blandían sus aperos de labranza.
Se paró junto al abrevadero y, después de dejar en el suelo un fardo de tamaño medio, se despojó del pañuelo que cubría su rostro y se refrescó. Sonriente y tranquilo recorrió con la mirada todos los rincones que se veían desde allí y decidió lo que iba a decir.
-¡Bien halladas las gentes de esta pequeña villa!,-dijo.-,¡Me llamo Shark y soy curandero!,¡pero si lo preferís puedo comerciar con vosotros pues llevo conmigo medicinas de extraños lugares que jamás habrías soñado en conocer !. ¡Niños y niñas!,¡Hombres y mujeres!, ¡Todo lo que pidáis podrá seros dado!,¡TODO!.
-Señor,-dijo un niño rubio sucio de ropas raídas.-, ¿podrá concederme mejor vestimenta que la que en estos momentos tengo?.
-Por supuesto, pero¿qué podrás darme tú a cambio?.
-Solo tengo una manzana mordida y una piedra para defenderme.
-Quédate la manzana y dame la piedra, pues después de mi no te hará falta defenderte.
Metió la mano en el fardo, pronunció una oración en una lengua extraña y el mundo se paró. Detenido como si de una sala de museo de cera se tratase, las gentes quedaron paradas, el aire se detuvo y solo la respiración del mago se escuchó.
-No me gusta este pueblo.- Dijo una voz robotizada.- Presiento que algo ha cambiado o alguien se esta preparando para cazarte.
- Tranquilo amigo,- dijo el hombre.-, solo nos queda este pueblo y acabaremos nuestra investigación.
-Vale, pero no me gusta.
El hombre se movió rápidamente y vistió al niño con ropas de la época pero sin usar, le calzó y a cambio de la piedra le entregó un pequeño machete.
Cuando todo volvió a moverse, para la gente del pueblo había sido un acto de magia pues había ocurrido todo en segundos. El niño estaba vestido impecablemente, con su manzana y un cuchillo para defenderse. Aquello era prodigioso y todo el mundo quería recibir algo de la magia de aquel hombre. Todos menos el párroco.


Unos días más tarde, alertados por el párroco, la guardia personal del señor apareció en el centro del pueblo reclamando la presencia de aquel que se hacía llamar Shark el curandero. Nadie, ninguno de los habitantes dijo nada, hasta que en medio del silencio unos pasos arrastrados llenaron el ambiente de sorpresa.
-Yo soy Shark el curandero.
-En nombre del señor de estas tierras le arresto bajo la acusación de brujería y de robar los impuestos que estas gentes han de pagar a su señor.
El alboroto que se produjo a continuación sorprendió a los soldados ,ya que nunca las gentes del pueblo se habían levantado contra ellos y tuvieron que empuñar las espadas para calmar los ánimos.
-No hace falta violencia. Iré con gusto pues he de ver a vuestro señor.


El siervo sonreia nerviosamente y paseaba su mirada por cada rincón de la sala donde se celebraría la audiencia de aquel brujo que, sorprendentemente, permanecía tranquilo y complacido en medio de la sala. Dos golpes de bastón anunciaron la entrada del señor feudal en ella y el silencio fue aún más estruendoso.
-¿Quiém sois?.-Preguntó el señor.
-Soy Shark. Investigador en la corte de su Señoría Imperial Kernel, dueño y señor de todos los territorios conquistados hallá en el siglo XXXIII y, que por orden de él, busco la fuente de su mal en este lejano pasado.
Silencio.
-¿Mal?,¿qué mal?.
-Su enemigo. El gen del enemigo de Su Señoría Imperial procede de esta época de la vida, solo sabemos que era de un señor feudal de esta región, siempre envuelto en enfermedades que le conferían una actitud arisca y cruel para con sus siervos.
-¿Y qué pensais hacer cuando le encontréis?.
-Matarlo.
-Estáis muy seguro de eso,¿no?.
-Si.por que ya se hizo una vez.
Y antes de que nadie dijera nada, las palabras extrañas de Shark llenaron la sala y el mundo se volvió a parar.
-Mende, avisa a su señoría que hemos encontrado el antepasado de su enemigo.
-Enseguida, pero sigo diciendo que no me gusta.
Al cabo de unos instantes la voz fuerte de su Señoría inundó aquel vacio.
-¿Estás seguro de que es él?.
-Si señoría.
-Mátalo.
-¿Cuando volveré a mi hogar?.
-En cuanto hallas terminado tu trabajo.
-De acuerdo señoría.
Y el mundo volvió a moverse, pero ante el estupor y la sorpresa de todos en la sala, Shark tenía un extraño objeto en las manos y señalabba con él al señor.
-Señor, hemos encontrado el gen inicial en usted y no podemos permitir que viaje por el mundo y por los siglos hasta nuestro época. Debe morir.
Y un haz de luz salió del objeto fulminando al señor que desapareció por completo.
Esta vez la sorpresa se rompió con un grito de dolor y los soldados rodearon al brujo antes de que pudiera decir ninguna palabra, fue acribillado con las espadas y aniquilado en el mismo centro de la sala. No tubo tiempo de reaccionar....

-Mende, desconecta del aparato a Shark e incinéralo. Nadie debe saber jamás que hemos cambiado el pasado y con él el futuro.¿Entendido?.
-Si su señoría.
Y aquel gobernante salió de aquel laboratorio de algún lugar de los territorios conquistados hallá en el siglo XXXIII, mientras Mende, un humanoide diseñado para la investigación temporal desconectaba a Shark, otro humanoide, y lo metía en la cámara de incineración.
-Ya te dije que no me gustaba aquel lugar. Si me hubieras escuchado habrías pensado un momento y habrías detenido tu afán por encontrar ese gen. Debes saber que aquel que mataste en el siglo VI no era el antepasado maligno del enemigo de su señoría, si no un hijo bastardo que tuvo con una de las campesinas al que un brujo vistió y armó en medio del pueblo, ante la vista de todos y por medio de poderosos hechizos, ¿te suena?.

Inauguración.

Un saludo a todos aquellos que vayan a leer las historias que salen de mi cabeza y acaban plasmadas en el papel primero y en esta página después. No soy buen escritor, pero tampoco voy a decir que se me dé mal, lo que si es cierto es que tengo buenas ideas que, de vez en cuando, acaban en relatos, más o menos cortos, que a ciertas personas les gusta leer. Espero que a vosotros tambien y si algo no os gusta lo siento, ya os dije que no soy buen escritor, jejejej