lunes, 17 de enero de 2011

Déjame en paz.

De las profundidades del silencio, del oscuro camino del vacío nocturno, llegó un susurro frío que heló su sangre. Un débil siseo que zigzagueo por las sombras de la casa, intentando localizar el camino que ascendía a la habitación y llegar despacio a los albores de sus oídos.
El aliento helado precedía el paso lento de las sombras del pasillo, el arrastrar de los pies levantaba rumores al rozar de la moqueta, la respiración profunda ensordecía los gritos de cada uno de sus susurros, impidiendo que sus pulmones cogieran aire para explotar y alejar todos sus miedos.
El baile de las cortinas, la brisa que las mecía y el repiqueteo de la persiana al golpear en el alfeizar, dibujaban un siniestro cuadro y compartían un lúgubre escenario, donde el protagonista enmudecía de pánico sabiendo, como sabia, que la ventana estaba cerrada.
Tres golpes en la puerta, una delgada linea de luz vertical que se hacía más visible cuanto más abierta estaba la puerta, una mano que asoma, una pierna detrás de ella, un susurro inaudible y cuchicheante, una figura que traspasa el umbral y se aproxima despacio. Una mano que busca en la oscuridad donde posarse, encontrando el vacío y tropezando con la nada.
Quisiera volverse y mirar, pero no puede. Su cuerpo está atenazado, su mente acobardada y su estima ya no existe. Se quiere hacer fuerte y no puede, sus piernas son bloques de hormigón, sus brazos vigas de acero y sus pulmones se niegan a respirar.
La mano que vuelve a buscar y esta vez encuentra. Toca un cuerpo rígido y helado, que no reacciona ante su contacto, y se extraña. Esa mano fria que busca y encuentra, que se empeña en ser detectada, abandona la batalla ante la enésima muestra de pasividad y reacción.


Dias después en un periodico local:
"Hallan el cuerpo sin vida de una mujer en su cama, sin signos de violencia aparente y sin muestras de haber sido maltratada. A falta del informe del anatómico forense, la policía baraja la posibilidad del suicidio por intoxicación, pues se encontró un frasco de pastillas por determinar y un vaso vacío en la mesilla. La persona que encontró el cuerpo fue el propio marido, que aún no se explica lo ocurrido. Fuentes cercanas al matrimonio, y a las que ha podido acceder este periódico, informan:Ël era un alcohólico sin cura, ella intentó hasta la saciedad que superara su alcoholismo y él conseguía engañarla siempre, hasta que ella ya no pudo más. Según informó la policia se encontró una nota en la mesita que decía:"DEJAME EN PAZ".

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