viernes, 21 de enero de 2011

Diez fotografías.

Foto 1

El cuerpo desnudo de una mujer rubia, tendido en la cama boca abajo y medio cubierta por una sábana blanca teñida de sangre. Dos agujeros en la espalda y el reguero de sangre que cayó hasta el colchón. El brazo izquierdo cayendo por el borde de la cama y el derecho sobre su cabeza, con la palma sobre la nuca.

Foto 2

El cuerpo desnudo de un hombre moreno, tendido boca arriba y cubierto por el cuerpo de la mujer y la sábana blanca manchada de sangre. Los ojos perdidos en la inmensidad del vacio y el rostro pálido. El brazo derecho colgado del borde de la cama y el izquierdo sobre la almohada. Bajo su espalda un círculo rojo que había dejado de crecer.

Foto 3

Una cama envuelta en sábanas manchadas de sangre y sexo, sosteniendo dos cuerpos muertos y desangrados casi sin darse cuenta. Un colchon inundado de sensaciones contrapuestas y ADN desparramado por doquier. Un lecho donde aquella pareja encontró el final a su historia de amor.

Foto 4

Una habitación donde prima el toque femenino y la sencillez de una decoración sin grandes lujos, salpicada allá donde miras por las gotas de vida que se desprendieron de los dos cuerpos que yacen encima de la cama y marcada por la escena de horror que vivieron, en sus últimos instantes, los amantes.

Foto 5

Un reguero de ropa desordenada y colocada de cualquier manera, como quitada a toda prisa, servía de alfombra en la habitación. El armario, debidamente cerrado, no ocultaba su disgusto ante la desolación que contemplaban sus puertas manchadas de sangre. Tampoco el espejo, colocado encima de la coqueta, reprimía su disgusto por las manchas.

Foto 6

Encima de la coqueta unos marcos de fotografía, con la pareja feliz besándose. Unos niños que se les parecen demasiado sonrien junto a ellos en otra foto, una familia. Fotografias de distintas maneras pero indicando un mismo fin, que aquella familia había sido feliz. Ahora descansaban en paz gracias a la gentileza de un demente.

Foto 7

Unos pasos que se alejan de la cama y se pierden en el fondo del pasillo. Huellas de un pie descalzo que conocía la casa y sabía donde estaba y a donde iba. El pomo de otra habitación manchado de sangre y una puerta entre abierta. Los pies marcados de sangre se acercan a otra cama y desaparecen.

Foto 8

El cuerpo de un niño rubio, tendido de medio lado y con el pijama de Piolín puesto. No hay sangre, pero tampoco vida. Un trapo que descansa junto a la cara del chiquillo y recoje las babas que le pudieran haber caído, contempla su mirada inocente. No hubo lucha, no se pudo resistir, la cama apenas esta deshecha y él no está desarropado.

Foto 9

El cuerpo de una niña rubia, tendida del lado opuesto al niño y con un camisón blanco puesto. Tampoco hay sangre y tambien hay ausencia de vida. De este lado su brazo izquierdo se pierde bajo la almohada, el derecho descansa junto a la cara. No hay trapo o cojin, no hay marcas de violencia. No hay nada, pero esta muerta. Todos estan muertos.

Foto 10

Una puerta que no había sido forzada, una casa donde no faltaba nada y nada había sido revuelto o descolocado. Todo estaba en su sitio y nada parecía indicar que hubieran sido interrumpidos en sus quehaceres sus habitantes. Muerte y desolación para esa familia que no se merecía ese final, ¿o quizás si?.

Album de fotos.

El hombre que yace desnudo en la cama junto a la mujer no es el marido. Los niños que duermen juntos en su cama no son sus hijos y aquellas fotos sobre la coqueta no son suyas. Si no de un marido engañado que, debido a un chequeo rutinario, le dictaminan que nunca ha podido engendrar hijos pues es estéril. La locura se apodera de él y decide vengarse. Busca el momento apropiado y deja que pasen los días, las semanas e, incluso, los meses, hasta que una noche los pilla en la cama. Primero axfisia al niño con las manos y usa un trapo para dar una dósis mortal de cloroformo a la niña. Con el silencio siguiéndole, entra en la habitación donde la pareja disfruta de su pasión, justo cuando ella está montada sobre el, retorciéndose de placer, él
dispara dos veces su pistola con silenciador, comprada expresamente para la ocasión. Los disparos atraviesan los dos cuerpos y, después de verlos desangrarse, se dispara en la cabeza.

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