domingo, 13 de marzo de 2011

Niebla de la mañana.

-Abuelo cuéntame la historia del bosque de las elfas.
-Otra vez hijo, si ya te lo he contado cientos de veces.
-Por favor abuelo, me gusta esa historia.
-Bueno, pues te la cuento otra vez.

"En el lindero de un bosque, más allá del mundo conocido, vivía una elfa especial.
No era hija del rey, ni tenía poderes mágicos,pero ella era diferente.
Todas las mañanas, cuando los primeros rayos de sol iluminaban las gotas de rocio sobre las flores recién abiertas, paseaba por el borde del bosque. Canturreaba una canción alegre de amores pasados y dejaba impregnada su esencia en los olores del amanecer.
Aquella elfa siempre estaba sola, pero eso no le impedía ser feliz. Las demás mujeres elfas sentían pena por ella, pues nunca se le conoció amor, y nunca nadie la amó.
Una mañana, cuando el rocio estaba reciénte y la luz del sol apenas se notaba, la elfa llegó al final del bosque y quiso ir más allá pero, antes de dar un paso hacia el otro lado, una voz la asaltó.
-¿A donde vas mujer elfa?.
-A ver el mundo más allá de este bosque.
-¿Qué deseas encontrar?
-Nada especial y todo a la vez.
-Debes elegir mujer, la indecisión es ambigua y puede tener consecuencias.¿Lo sabes verdad?.
-Conozco las leyes del bosque y nunca las inflingiré.
-Tengo tu palabra, mujer.
Y la elfa cruzó las puertas de su mundo para entrar en el nuestro, pues salir de aquel bosque implicaba dejar su mundo.
Caminó en busca de la felicidad y la dicha, pero solo encontró tristeza y amargura a su paso. Aquel mundo era lo contrario al suyo, sucio, mal oliente, desnutrido y desertizado, sus lágrimas nada pudieron con el desgarro de su corazón y la desdicha llegó a su alma. La elfa se marchitó y, a los albores de su pena, llegó el aliento esperanzado de un viejo hechizo.
Vino al rescate de aquella moribunda mujer un elfo que la devolvió al mundo al que pertenecía, pero la elfa no recuperó su alegría particular y jamás lo hizo.
Una noche la voz que la previno de las consecuencias, regresó a ella para aliviar su dolor.
-¿Qué puedo hacer por ti mujer elfa?.
-No creo que se pueda hacer nada.
-Tú solo pide y te será concedido.
-Desearía abrazar el mundo cada mañana, para poder protegerlo del lento y corrosivo proceso de destrucción, para alimentarlo cada amanecer y dejarlo listo para un nuevo día.
Desearía ser reflejo del agua en el cielo, manto de seda en el aire y espesura para quien no quiera ver. Desearia hacer honor a mi nombre y cumplir con los debéres de mi voluntad.
-¿Sabes lo que implica eso,mujer?.
-Si, lo sé y lo asumo.
-Pues sea como tú deseas.
Y la mujer dejó de existir en aquella noche y, desde entonces, todas las mañanas, un poco antes de salir el sol, el bosque de las elfas se tiñe de azul, con una niebla densa y un silencio roto por el canto de los pájaros...."
-¿Y la mujer elfa?, abuelo.
-Dicen, que si escuchas atentamente, el canto que se oye no es de los pájaros, si no de la mujer elfa que ha recuperado la felicidad.
-Quería saber su nombre abuelo, jejeje.
-Aaahh, su nombre. Aquella mujer elfa se llamaba Niebla de la mañana.

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