miércoles, 23 de marzo de 2011

La isla de los olvidados.

III.

Cuando despertó se creyó muerto pues la oscuridad era total, no se veía a sí mismo y, lo más inquietante, no se sentía. Poco a poco su cuerpo fue reaccionando y los picores dejaron paso a los calambres para ser abatidos por los dolores que, como si hubiesen llegado a él desde el otro extremo del universo, le dieron las pistas para saber su estado.
El dolor comenzaba a la altura de las rodillas, subía por la espalda y se juntaba con el de la cabeza. Sospechaba que al darle la caza le habían dislocado las rodillas para que no volviera a huir y el dolor de la cabeza habría sido fruto de un golpe con algo contundente, ¿pero qué?.
El repugnante edor a podrido se mezclaba con el del estiércol y su maltrecho estómago pugnaba por salírsele por la boca, mientras los restos supervivientes de su cerebro intentaban buscar soluciones al problema. No sabía donde estaba y tampoco veía nada de aquel "lugar". Estaba perdido.
Durante unos segundos escuchó el silencio sumido en sus pensamientos cuando una voz le sacó del ensimismamiento en el que se encontraba. No podía ser.
La ira nació en su interior como un gusanillo y fue creciendo a la velocidad de la luz hasta eclipsar sus otros sentidos. Sacando fuerzas de no se sabe donde, arrastró su maltrecho cuerpo hacia donde aquella voz venía y gritó. De su boca no salió nada más que un: "¡¡¡AAAAAAAHHHHGGGGGGRRR!!". Al segundo siguiente una puerta se abrió con el rechinar de unos goznes que no habían conocido la grasa en siglos y dos sombras le arrastraron por un pasillo húmedo y con escasa luz. Los enormes dedos de aquellos seres se le clavaban en las axilas pareciendo querer salir por las clavículas, pero no sentía dolor. Solo ira, rencor, ganas de matar.
Fue llevado en volandas hasta una silla mal fabricada de robusta madera y lanzado de mala manera, pero el dolor a chocar contra ella pareció no existir en él.
-¿T...tú?,¿po...por qué?.- Preguntó a la sombra.
- ¿Y por qué no?.- respondió aquella voz.
-Yo...cre...creía que eras....p...pe..periodista.
-Todos lo creíais, pero ya ves, estábais equivocados.
-No lo entiendo.....
-Es muy sencillo. El proyecto de las "Islas cárceles" fue ideado por mi padre pero se lo robaron y para que no hablara le inyectaron una droga que le convirtió en lo que vés. Ahora yo estoy a un paso de reparar aquel prestigo robado.
-¿Pero ...?.
-Tránquilo, te lo voy a explicar. Mi padre se ha convertido en un carnívoro salvaje y no atiende a nada ni nadie, salvo a mi. Para recuperar su dominio he experimentado mucho en otra de las islas hasta que dí con la solución: una célula madre que regeneraría su capacidad y recuperaría sus recuerdos, pero tenía que alimentarse en el cerebro de otra persona..
-El.... mío.
-Exacto, el tuyo.
-¿Y el huevo?.
-Un truco para alejar de tí a la mujer que ha servido de cena a mi padre y poder capturarte. Ahora, si permaneces quietecito, procederé a recuperar la célua que salvará a mi padre.
Inmóvil e indefenso vió como aquella maldita rubia, que tanto odiaba, se acercaba bisturí en mano y le aplicaba un incisión en el lado derecho de la sién y extraía un trozo de masa sanguinolenta que depositó en una bandeja. Recurriendo a las últiimas fuerzas que le quedaban, levantó el brazo derecho y ,con un movimiento que le pareció que duró dos vidas, cogió de la melena a la rubia y tiró hacia él poniendo su cara sobre la de ella cuando esta cayó sobre él en la silla.
-Te voy a matar zorra, te lo juro.
-¿Si?,¿cómo?.- y se rió.
-Así.
Y con la otra mano le arrebató le bisturí ante la sorpresa de ella y le rasgó el cuello. Su ojos azules se llenaron de asombro y se vaciaron de la felicidad que la embargaba momentos antes. Él no la soltó y ella se fue moviendo cada vez menos, siempre al ritmo que su palidez iba abriendo paso en su cara, hasta que cayó muerta.
-.....ooooolllviiiidddaaaadoooosssss....
La figura asalvajada de aquel hombre entro en aquel cuarto y miró a su hija sin conocerla. Se acercó a ella y lamió su sangre. Sonrió.
-.....ooooolllvviiiidaaaaddooooossss jjeeeeeerrrrrr.....
-Buen provecho.-Dijo Santos.
Y cuando aquél le miró el bisturí entro hasta lo más hondo de su ser arrebatándole la vida.
Mirando a la nada, lo último que vieron sus ojos ya muertos, fue el momento de su juventud en que había amado a aquella mujer,¿sería este su castigo por haberla querido?.

Fin.

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